Dentro de una situación de elevada confianza de los gestores en la renta
variable y en general en los activos de riesgo, se
está llegando a un cierto consenso según el cual la recuperación económica
global está empezando a producirse y, dando un paso más allá, es precisamente la
hasta hace poco denostada zona euro la que estaría llamada a ser el motor de esa
recuperación global.
Los datos económicos publicados la semana pasada
vendrían a avalar esta tesis ya que, frente a los tibios datos de
China y frente a la decepción de Japón, que en
el segundo trimestre solo ha conseguido crecer un 2,6%, una cifra bastante menor
que el 3,8% al que creció en el primer trimestre, la eurozona
ha logrado dejar atrás la recesión, al crecer un 0,3% en el segundo trimestre.
El fuerte tirón de Francia (+0,3% en el trimestre) y
Alemania (+0,7% en el trimestre) ha contribuido en gran medida
a esa subida del PIB de la eurozona en el segundo trimestre, ya
que España, Italia e incluso
Holanda siguen teniendo crecimiento negativo.
En cierto
modo esto sería lo que están recogiendo las Bolsas, ya que
finalmente el S&P 500 y los restantes
índices estadounidenses no pudieron mantener los niveles
alcanzados la semana previa, ni tampoco pudieron hacerlo las Bolsas asiáticas o
emergentes, y sin embargo las plazas europeas sí han avanzado.
En la
semana el S&P se alejó de los 1.700 puntos y perdió algo más del 2%, lo
mismo que el Dow Jones(la caída semanal del
Nasdaq se limitó al 1,5%), el Nikkei subió un
tímido 0,26% tras dos semanas de caídas, pero, por el contrario, en la zona euro
el Mib italiano subió casi el 3% en la semana y el
Eurostoxx, el Cac y el Ibex 35
subieron el 1%. Solo el Dax se quedó algo atrás con la
subida semanal del 0,6%.
Sin embargo, la tesis de la eurozona como nuevo
motor del crecimiento global parece muy forzada. Por un lado, y
en lo que a las Bolsas se refiere, los índices europeos, a
excepción del Dax alemán, se habían comportado, en términos comparativos con los
americanos, muy mal, y ahora tan solo están recortando una parte relativamente
pequeña del terreno perdido en los últimos años. Desde el uno de enero de este
año el S&P sube un 16% frente al 8% del Eurostoxx.
Por otro lado, si
miramos a la economía real, la zona euro, además de no reducir
los niveles de endeudamiento, arrastra problemas de fondo, muy estructurales,
que posiblemente se evidenciarán, de manera muy clara, tras las
elecciones alemanas del 22 de septiembre. Hasta entonces, lo
que toca es que nada se mueva.
Y efectivamente casi nada se mueve en este
agosto lleno de calma, aunque sí que hemos visto algo de movimiento en los
mercados de bonos. El rendimiento del bund
está ya en el 1,88%, con una subida muy notable en las últimas semanas, y el
rendimiento del Tbond del Tesoro americano está en el
2,83%. Estos son los dos tipos de referencia de los activos sin
riesgo, y por eso la importante subida de
rentabilidades de estos dos activos no puede ser pasada por
alto. Sobre todo porque este repunte de tipos largos de los activos de mayor
calidad se está produciendo en un contexto de crecimiento todavía débil, tal y
como muestran las últimas cifras de PIB conocidas, incluidas
las de la eurozona. Los resultados del gigante americano de venta minorista,
Wal Mart, publicados el pasado jueves, y el dato de
confianza del consumidor de agosto publicado por la
Universidad de Michigan el pasado viernes, que ha bajado a
niveles de 80 desde los 85 de julio, no hacen sino evidenciar que el consumidor
sigue cauteloso a la hora de gastar, pese a los esfuerzos de los Bancos
Centrales.
La lectura de los movimientos de este verano en los
mercados no es, por tanto, clara, y una interpretación que parece probable es
que, simplemente, el inmenso dinero inyectado por los Bancos
Centrales está tratando de buscar rentabilidad, y se mueve hacia activos de
menor calidad y mayor riesgo, lo cual a su vez deteriora la calidad global del
sistema.
Precisamente en la semana tenemos dos referencias interesantes
en relación con los Bancos Centrales. El miércoles se publican las
actas de la última reunión de la FED, que
mostrarán hasta que punto hay o no consenso sobre la prolongación de las compras
de bonos. Y, sobre todo, el próximo viernes 23 empieza la gran reunión de
banqueros centrales que, bajo el patrocinio de la FED, tiene
lugar anualmente en Jackson Hole. Es cierto que en esta ocasión
ya no asistirá Ben Bernanke, el por algunos llamado "macho
alfa" de los banqueros centrales, pero eso no quita importancia a la cita sino
que, en todo caso, la incrementa. En Jackson Hole vamos a poder comprobar si el
famoso "tapering" va o no en serio y, lo que es más importante, vamos a
poder ver la reacción de los mercados a los mensajes de los banqueros centrales
allí reunidos, tras varias semanas de calma chicha.
Tras haberse alejado
por debajo el S&P de los 1.700 puntos, y con dudas persistentes sobre la
"abenomics" en Japón, todo indica que la
volatilidad irá a más en estas últimas semanas de agosto, y que
se pondrá en cuestión la elevada confianza de los inversores en los activos de
riesgo, sobre todo si los tipos del bund y del
Tbond siguen repuntando.
Pero, en el muy corto
plazo, nuestra opinión es que los banqueros centrales seguirán intentando que no
pase nada en los mercados, es decir, que no se muevan, y desde
luego, disponen de armas suficientes como para conseguirlo.
Presidente de Renta 4 Banco
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