La inactividad de los Bancos Centrales de la pasada semana se ha trasladado esta
semana a los inversores, dando lugar a una semana anodina, cuyos movimientos
apenas pueden dar lugar a algún análisis mínimamente relevante. Las Bolsas
han subido la semana pasada, algunas ligeramente, como el S&P,
el Dow Jones, o el Dax, en
torno al 1%, otras como la de Shanghai el Nasdaq o el Cac en
torno al 1,7% y otras más como el Nikkei con una subida semanal del 4% o
nuestro Ibex 35, que al calor de los Bancos y sobre
todo de Bankia subió un 4,3% en la semana.
Los
datos económicos han sido mixtos y de hecho el viernes el dato de comercio exterior
chino en julio provocó caídas, al evidenciarse una nueva debilidad en la
economía china, falta ahora del motor de las exportaciones.
Pero al final de la sesión las Bolsas se recompusieron, no se sabe bien por qué,
al parecer bajo la expectativa de que los Bancos Centrales harán "algo" en
septiembre.
Esta falta de mensajes claros refleja una situación en la que
los líderes políticos no saben bien qué hacer, los
Bancos Centrales tampoco y los agentes
económicos simplemente están a la espera tras cinco años de
frustración. Cumplidos cinco años desde que un fatídico 9 de agosto de 2007 los
mercados interbancarios se paralizaron, lo cierto es que ni los
mercados financieros ni la economía real han
vuelto nunca a recuperar la normalidad y hoy por hoy todavía nadie es capaz de
predecir con una mínima exactitud ni el final de la crisis ni los caminos que
conducirán a ese final.
La esencia de la crisis fue la
deuda acumulada, excesiva e impagable en términos reales, y lo
que se ha hecho en estos cinco años, con mayor o menor fortuna, es tratar ese
problema evitando a la vez que la economía global caiga en una depresión por la
deuda (debt deflation). Hace cinco años, en agosto de 2007, preocupaban las
llamadas hipotecas "subprime" norteamericanas,
y ahora, en 2012, preocupan sobre todo las deudas de los
Tesoros y los Bancos europeos. Pero la esencia
no ha cambiado. Da igual donde se pose momentáneamente la nube tóxica. Lo
importante es que esa nube tóxica de la Gran Deuda sigue ahí y,
aunque se han ido haciendo cosas, como el rescate a la banca
americana por la FED o la progresiva capitalización de la banca
europea con ayuda del BCE, la realidad es que la deuda global
apenas se ha rebajado, y nadie sabe muy bien como meter mano al
problema.
Si analizamos lo que ha pasado en los mercados en estos cinco
años, hoy ya sabemos que los activos valen menos, sabemos también que hay que
rebajar todos los costes de las economías endeudadas para que
pueda ser competitiva a escala global, pero todos esos procesos no son neutros
para la deuda, por el contrario inciden en la capacidad de pago de la misma y
aparecen la necesidad de reestructuración y/o los riesgos de
impago (default).
Un proceso que no se
puede desencadenar de forma desordenada. Entender esto lleva a entender mejor a
los Bancos Centrales y la delicada tarea a la que se ven abocados. Lleva también
a entender el por qué de esta tregua veraniega que han decretado.
Esta
calma forzada del verano no es sino un descanso y un reflejo de que estamos a la
mitad del camino. Cada vez más, el ejemplo de Japón es el más
apropiado para ver lo que en Estados Unidos y en
Europa se está intentando y la única duda es si aquí va a ser
posible el modelo a la japonesa, a saber, una larga digestión del exceso de
deuda y de la hiper-burbuja de activos, ayudada por políticas de monetización de
la deuda y por apoyos selectivos a la demanda para mantenerla
en sus niveles de soporte.
Si esto es así, como
profesionales de la inversión debemos acostumbrarnos a gestionar las
carteras en un largo periodo de asentamiento (en Japón llevan
dos décadas, esperemos que aquí sea menos largo), y seguir siendo muy tácticos
en la distribución de activos en la cartera.
Hay que añadir también el componente de que estamos ante un experimento
monetario sin precedentes, para el que no vale ni siquiera el ejemplo japonés,
ya que EEUU es una economía endeudada a diferencia del Japón de
los noventa, y Europa está literalmente partida en economías muy distintas entre
sí que además no tienen unidad política.
Este es el trasfondo de un
agosto que discurre sin pena ni gloria, a la espera de noticias. En lo que a
España respecta, cómo se gestione el rescate suave de nuestra
economía va a ser absolutamente determinante para nuestro futuro y el de
nuestras empresas. De momento no podemos saber cómo se hará.
Esta semana
hay vencimiento mensual de futuros y opciones,
vencimiento que se presenta habiendo cerrado el futuro del
S&P por encima de 1.400 puntos el pasado viernes, con lo que
acumula ya una subida anual del 11,7%. Otros índices como el Dax suben también
fuertemente en el año, con un alza desde uno de enero del 17,7%, o el Nikkei que
sube más de un 5% en el año o el Eurostoxx 50 que sube un 4,6%.
En este
agosto sin rumbo, con una zona euro sumida en el desconcierto y en la inacción,
con unos Estados Unidos ya en plena contienda preelectoral y
con una China que da muestras de debilidad en el tránsito de un
modelo basado en la exportación hacia un modelo basado en el
mercado interior, preferimos mantenernos al lado del mercado, descansando en la
renta fija a corto,
ya sea a través de Fondos de calidad
o a través de posiciones directas.
A nuestro juicio las incógnitas son
muchas, las señales o no son claras o, cuando lo son, no son buenas, y la calma
veraniega no nos transmite ningún mensaje. No nos gusta tomar decisiones de
inversión basándonos en el teórico put de Bernanke o de
Draghi. Preferimos esperar o trabajar en todo caso con
opciones fuera del
dinero, compradas o vendidas según que los riesgos que se quieran
asumir sean mayores o menores.
Juan Carlos Ureta
Presidente de Renta 4 Banco
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