Tal y como apuntábamos en nuestro anterior comentario, los sorprendentes movimientos que se
produjeron el viernes 2 de noviembre en las Bolsas americanas,
en las divisas y en las
materias primas, no eran sino un anticipo de turbulencias
mayores, turbulencias que se han desatado en las Bolsas precisamente
a partir del miércoles, tras la esperada victoria electoral de
Obama.
Aunque se ha querido atribuir el giro bajista de
las Bolsas a partir de medida sesión del miércoles a las palabras de
Draghi anunciando que Alemania también empieza
a padecer en sus propias carnes el deterioro económico de la
zona euro, lo cierto es que la corrección de las Bolsas responde a causas más
amplias. La referencia de Draghi a Alemania no explicaría las caídas generalizadas de
las Bolsas asiáticas y americanas, ni
explicaría que el mismo miércoles todos los grandes Bancos
americanos, tanto comerciales como de inversión, sufriesen caídas del
5% o superiores en un solo día.
A nuestro juicio la corrección iniciada
el miércoles, y que ha tenido como consecuencia caídas semanales en todas las
grandes Bolsas (S&P
-2,4%, Nikkei -3,2%, Shanghai -2,3%, Dax -2,7%,
Ibex 35-4,2%) tiene mucho que ver con circunstancias que ya
estaban ahí hace varias semanas, pero que han esperado al desenlace de las
elecciones presidenciales americanas para pasar a primer
plano.
La primera de esas circunstancias es la debilidad de fondo de la
economía a nivel global. El proceso de desapalancamiento a
cámara lenta en el que está y va a seguir estando inmersa la economía
global en los próximos años pone techo a las subidas de las
Bolsas. Datos aislados, como la sorprendentemente subida de la
producción industrial
china en octubre, no son suficientes para evitar la sensación de debilidad.
La victoria de Obama supone, en este sentido, una continuidad en las políticas
económicas de los últimos años, y supone, en definitiva, más
QE3, más estímulo fiscal y más modelo "a la
japonesa".
La segunda circunstancia es la situación de la euro
zona, con España y Grecia como puntos
calientes. Si Draghi fue quien generó el pasado verano grandes expectativas al
anunciar una ilimitada intervención del BCE para salvar al euro, ahora ha sido también Draghi el
encargado de enfriar los ánimos. Primero el miércoles, cuando en unas jornadas
en Alemania dijo que la economía germana empieza a sentir en sus propias carnes
el peso de al crisis de la euro zona. Después el jueves, en la rueda de prensa
tras la reunión del BCE, cuando, a preguntas de los periodistas, recalcó una y
otra vez que el BCE va a ser exigente con la condicionalidad macroeconómica y
que las ayudas del BCE tienen carácter temporal e instrumental, reiterando que
son los Gobiernos quienes deben tomar medidas de
fondo.
La tercera circunstancia que ha aflorado tras las elecciones
norteamericanas es la delicada situación de las cuentas públicas
de Estados Unidos, es decir el llamado precipicio
fiscal ("fiscal cliff"). Mas allá de la capacidad de los dos
grandes partidos para ponerse de acuerdo y evitar la brusca caída del
PIB que según algunos tendría lugar si se cortan en 2013 los
programas de gasto público a la vez que finalizan importantes
deducciones impositivas, lo que realmente subyace tras el
problema del "precipicio fiscal" es que Norteamérica debe recortar de forma
seria sus compromisos de gasto público. Un ajuste estructural y no solo
cosmético.
Son tres circunstancias que, unidas a otras como la
desaceleración china, van a seguir pesando en las Bolsas a lo
largo de los próximos meses.
Nuestra lectura es que estamos entrando en
una fase nueva dentro del tratamiento de la crisis, una fase de
ajustes de fondo y reformas sustantivas, de saneamiento, de
limpieza, necesaria para poder abordar en el futuro un crecimiento sostenible.
Esta por ver como todo esto va a afectar a las Bolsas, pero desde luego parecen
muy prematuros los mensajes de próximos brotes verdes o de inminente inicio de
un mercado alcista sostenido en las Bolsas. Esos mensajes no
son compartidos, al parecer, por los inversores, que siguen cautelosos. La clave
de verdad es que el dinero real, el dinero privado, el dinero
que se la juega y que por tanto debe moverse en base a sus propias previsiones,
instintos y temores, recupere la confianza. Mientras ese dinero
siga sin entrar, y la economía se sostenga a golpe de sucesivas inyecciones (QE)
de los Bancos Centrales, no habrá salida en firme.
Hay una tesis según la
cual las inyecciones de los Bancos Centrales
unidas a unos tipos de interés muy bajos, conseguirán que el
dinero se movilice, animando a tomar riesgos, e iniciando un círculo "virtuoso"
que se autoalimentará y conseguirá poner fin a la crisis. Es muy dudoso que las
cosas vayan a funcionar así. Más bien, el dinero privado desconfía incluso más
al ver que las sucesivas inyecciones de los Bancos Centrales permiten a los
Gobiernos diferir "sine die" las reformas.
Es pronto aún para decirlo,
pero tal vez lo que nos estén diciendo las Bolsas es que hay que abandonar el
enfoque "monetarista" de respuesta a la crisis y abordar un
plan de enfoque de transformación muy estructural. Hoy por hoy
todo se fía a la actuación de los Bancos Centrales, cuya medicina se ha vuelto
"adictiva" para los mercados y para los Gobiernos, pese a ser cada vez menos
efectiva para la economía real.
La sensación general es de
"impasse", de falta de expectativas, y lo que
realmente movería a las Bolsas sería un plan claro sobre temas de fondo, dentro
del cual pueda situarse un acuerdo sobre el "precipicio fiscal" en Estados
Unidos o un avance serio sobre el tratamiento de los problemas de los países
periféricos en la zona euro. No se esperan estos avances, ni hay un guión claro
para salir de la crisis, y como se esta viendo incluso la articulación de un
modelo de asistencia financiera a la economía española
se dilata "sine die" en el tiempo. Este "impasse" tiene un precio, y
ese precio es el deterioro de al economía real, que es la única que importa,
pero a la vez la gran olvidada en los ámbitos de decisión políticos.
En
la segunda semana completa de noviembre, y ya casi terminada la
temporada de resultados, publican sus cifras trimestrales algunas empresas relevantes
como Cisco, Wal
Mart, E.On, Intesa
y varias constructoras importantes en España. Hay también datos económicos a seguir, como la encuesta
manufacturera de Nueva York, el índice de la Fed de
Filadelfia, las ventas minoristas de octubre en
EEUU, las encuestas ZEW en Alemania, o la
publicación de las actas de la Fed. En la zona euro el
Ecofin deberá tratar de nuevo los temas de Grecia y España, sin
que se esperen novedades sustanciales en ninguno de ellos.
Al finalizar
la semana pasada los principales índices quedaron en niveles
bastante críticos, cuya ruptura a la baja daría lugar a otra pata bajista. Lo
mismo sucede con el euro/dólar. En concreto, la ruptura a la
baja del futuro del S&P al perder los 1.400 puntos ha
dejado al principal indicador global en los alrededores de la media de las
doscientas últimas sesiones. Hay que ver si esos niveles se rompen a la baja o
si hay rebote, lo cual en gran medida dependerá de lo que pase en el Ecofin y de
los mensajes que lleguen de EEUU sobre el acuerdo o desacuerdo
entre los dos partidos para evitar el precipicio
fiscal. Aunque es posible que veamos un rebote en estos niveles,
mantenemos la posición de prudencia y seguimos trabajando
básicamente con opciones de forma muy defensiva, ante los numerosos elementos de
incertidumbre que hay en este final de año.
Por Juan Carlos Ureta
Domingo
Presidente de Renta 4 Banco
Presidente de Renta 4 Banco
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