Los sorprendentes movimientos que se produjeron el viernes en las Bolsas
americanas, en las divisas y en las materias
primas, tras la publicación del informe de empleo americano de
octubre, han puesto una sombra de duda sobre la tranquilidad que había dominado
los mercados a lo largo de la pasada semana, y, en general, a lo largo de los
tres últimos meses.
Es verdad que la mayor parte de los índices cerraron
la semana en positivo (Eurostoxx 50 + 2%, Dax +1,8%,
Nikkei +1,3%, Ibex 35 y
Shanghai Composite +2,5%) pero las tres Bolsas americanas
cerraron la semana en tablas o ligeramente en negativo, debido a la flexión a la
baja de la sesión del viernes.
La súbita caída del
S&P, del Dow Jones y del Nasdaq
100 se produjo a partir de media sesión, sin razón aparente, más allá de la
publicación de un dato de empleo más positivo que negativo, pero tampoco muy
alejado de las expectativas, y fue acompañada por descensos significativos de
las principales materias primas y por caídas igualmente
pronunciadas del euro. El oro y el
petróleo perdieron más del 2% en la sesión.
Es difícil
interpretar estos movimientos de última hora del viernes, y saber si responden o
no a algo más profundo que la simple cautela de cerrar posiciones de
riesgo ante una semana en la que tendremos dos citas políticas tan
relevantes como lo son las elecciones americanas del martes 6 y
la renovación del liderazgo político en China
el jueves 8. Estas dos citas van a marcar la agenda de la semana y sus
repercusiones van mucho más allá, evidentemente, de Estados Unidos y de China.
Tal vez los inversores decidiesen el viernes a última hora evitar una exposición
excesiva a estos eventos. Hay otras posibles interpretaciones. Una es que los
inversores anticipan que la súbita fortaleza de la economía
norteamericana que muestra el informe de empleo puede hacer más difícil
a la FED poner en marcha la nueva ronda de inyecciones de
dinero (QE3). Otra sería que los inversores temen, ante una
posible victoria de Obama, que no sea fácil llegar a un acuerdo
sobre la deuda y que por tanto el llamado "precipicio fiscal"
se haga realidad, poniendo fin a los estímulos fiscales y a los
beneficios impositivos de la era
Bush.
Sea como fuere, nuestra idea central es que una vez
agotado el extraordinario impulso que dieron a las Bolsas y a los activos de riesgo
en septiembre los Bancos Centrales, estamos entrando de nuevo
en una fase de mayor prudencia por parte de los inversores. Lo
cual favorecerá a los activos más conservadores como los bonos
de alta calidad, y también a activos refugio como el dólar.
Este contexto en cierto modo debería favorecer también al oro, pero sin embargo
el viernes vimos una fuerte caída del oro, que ya venía corrigiendo a desde
principios de octubre.
Tras las contundentes manifestaciones de
Bernanke y de Draghi es difícil para los
inversores ponerse en contra de los Bancos Centrales (don´t fight the
Fed) pero se empieza a percibir que también los Bancos Centrales tienen
limitaciones a la hora de actuar.
Un ejemplo de esas limitaciones es la
zona euro. El BCE propuso el 6 de septiembre pasado, hace dos
meses, un novedoso plan de ayuda a las economías
periféricas, el llamado OMT. Ese audaz plan, recibido
con gran euforia por los inversores, está encontrando muchos problemas para ser
puesto en práctica. Con o sin razón el Gobierno español no
desea pedir el rescate, y esa posición parece encontrar
respaldo en Alemania. Mientras tanto el problema griego sigue
ahí, dos años y medio después del primer rescate. Hace ahora un año
Papandreu provocaba un terremoto con su "amenaza" de
referéndum. Un año después no se sabe el Parlamento
griego aprobará o no el enésimo paquete de nuevas medidas de
austeridad y la coalición de gobierno hace aguas.
Son problemas
políticos que el BCE no puede resolver, igual que la FED no puede resolver los
problemas que derivan del llamado "precipicio fiscal", problemas que saltarán a
primer plano tras las elecciones del martes. Por eso algunos piensan que la
medicina practicada por los Bancos Centrales puede convertirse en nociva, al
retrasar los necesarios ajustes y al permitir a los responsables políticos
dilatar "sine die" decisiones muy importantes para la economía
real, que es la gran olvidada.
En la zona euro
vemos el desempleo en máximos históricos a fin de septiembre,
con once millones y medio de parados, un 11,6% de la fuerza laboral, siendo la
tasa de paro entre los jóvenes el 23,3%. Los PMI de la eurozona
han marcado quince meses consecutivos de contracción. En EEUU, pese a la mejora
en los indicadores de confianza del consumidor, y pese a trece trimestres
seguidos de crecimiento del PIB, hay casi doce millones y medio
de personas en paro. Los resultados de una gran empresa cíclica como es Arcelor han
mostrado la semana pasada la preocupante debilidad de la demanda
global. Esa es la realidad de una economía real que sigue sin arrancar
tras varias oleadas de estímulos de los Bancos Centrales.
Entramos en una
semana en la que todavía quedan algunas resultados
empresariales importantes como los de Berkshire Hathaway,
BMW, Telefónica, Siemens, Societe
Generale o Repsol, entre
otros, y en la que también hay datos económicos interesantes como el ISM
de servicios de la economía norteamericana del lunes, o el PMI
de servicios de China, también el lunes. Pero la atención seguirá
centrada en las elecciones americanas y en la evolución de los problemas de la
zona euro, una zona a la que según las, a nuestro juicio acertadas,
declaraciones de la canciller Merkel le quedarían aun cinco
años más de digestión de la crisis, y en la que, de forma más inmediata, vuelve
a acuciar el tema de Grecia, cuya Bolsa ha caído fuertemente la última semana, y
cuya economía real se cae día a día, no dando margen para, como al parecer se
decidió el pasado agosto, esperar un año más para tomar decisiones.
La
gran pregunta es si los Bancos Centrales han conseguido o no hacer realidad su
gran sueño de unas Bolsas y unos mercados de
activos sin sobresaltos, tranquilos, con movimientos suaves. A
lo largo de este verano la sensación es que sí lo estaban consiguiendo, pero la
clave está no en que los mercados aguanten, sino en que la economía real
aguante, y es ahí donde van a mirar los inversores para continuar tranquilos
hasta fin de año o, por el contrario, para iniciar una nueva fase de
turbulencias incluso antes de que finalice el ejercicio.
A la
vista de los extraños movimientos de la sesión de cierre del pasado viernes, y
ante el hecho de que el futuro del S&P se
ha vuelto a situar muy cerca de los 1.400 puntos, amenazando romperlos a la
baja, preferimos esperar a confirmar si esa ruptura bajista se
produce o no para tomar decisiones de fondo, trabajando mientras tanto con
opciones. Los anormalmente bajos niveles de la
volatilidad, medida por los futuros del Vix,
nos reafirman en esa posición.
Juan Carlos Ureta Domingo
Presidente de Renta 4 Banco
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