A fines de mayo habíamos hablado de cuatro semanas decisivas para la
supervivencia del euro y para el encauzamiento de los complejos problemas, no
solo económicos sino esencialmente políticos e institucionales, que desde hace
tiempo arrastra la zona euro. Visto desde hoy, y cuando han pasado ya
tres de esas cuatro semanas, es claro que nos quedamos cortos y que harán falta
bastante más que cuatro semanas más para empezar a ver una cierta luz, si es que
al final la hay.
Lo que de momento ha quedado claro estas últimas semanas
es que hay una creciente divergencia entre la postura alemana y la de los
restantes socios del euro. Una divergencia que ha llevado a decir a
Merkel el pasado viernes que "Alemania tiene sus
limitaciones" y que nadie debe esperar que Alemania cargue sobre sus hombros
los problemas de los demás, porque, aunque quisiera, no tiene fuerzas
suficientes. Todo un aviso para quien lo quiera escuchar.
Visto desde
otra perspectiva, tras tres semanas en las que entre otras cosas se ha dado
ayuda financiera a España para su banca y en las que se ha hablado
abiertamente de avanzar en la "unión bancaria", lo cierto es que la
partida de ajedrez que desde hace tiempo se está jugando en la zona euro
sigue jugándose. Lo cierto es, además, que en esa partida cada uno sigue
queriendo jugar sus cartas, sin que nadie renuncie a casi nada, por lo que la
confusión y el desconcierto van a más.
Con esa confusión y con ese
desconcierto entramos en una semana en la que la prueba de Grecia no va a
depender tanto del resultado de las elecciones, que no ha sido malo, sino de la
respuesta que den a ese resultado los líderes europeos. Una respuesta que
servirá de precedente, y en su caso de ejemplo a seguir, para otros. Se va a
poner a prueba el modelo alemán de austeridad más reformas estructurales, y los
límites o ausencia de límites que una economía "intervenida" como es la
griega, puede llegar a tener. Si el modelo funciona en Grecia puede servir de
guía para otros casos.
Vamos a ver, de verdad, y con Grecia de fondo,
hasta dónde llega la firmeza de la posición alemana y hasta dónde llega la
capacidad de presión de Francia, una Francia posiblemente abocada en unos
meses a entrar en una dinámica de deterioro financiero que la puede llevar a ser
el verdadero elefante en la habitación.
Es curioso que las Bolsas
hayan estado más o menos bien estos días pasados, siendo así que los bonos
soberanos periféricos se han comportado muy mal. El pasado lunes las Bolsas se
dispararon a primera hora celebrando el rescate financiero a la banca
española. Luego se desinflaron a lo largo de la sesión, pero en las
siguientes sesiones las Bolsas han aguantado bien, incluso el jueves, con el
tipo del bono del Tesoro español al 7%, con el Tesoro italiano
emitiendo a tres años al 5,3% y con el bund, que ya había iniciado la
corrección la semana pasada, desplomándose tras afirmar un gran inversor
institucional que iba a vender sus posiciones en el bono del Tesoro
alemán.
El Ibex 35 ha cerrado la semana con una subida del
2,5%, el Eurostoxx 50 ha subido un 1,7%, el Dax el 1,6%, y el
S&P casi el 1%.
Una de las claves de estas subidas ha sido que
las Bolsas esperan más ayudas monetarias de los Bancos Centrales. Unas
ayudas que hasta ahora han sido claves y que se piensa volverán a serlo. La
FED se reúne esta semana y la idea es que puede renovar en julio la
operación twist. Del BCE se espera que inyecte dinero a las
economías en problemas, por la vía de los préstamos bancarios o de las
compras de deuda soberana en mercados secundarios. Las Bolsas esperan esa
ayuda y suben. Pero no hay ninguna seguridad en lo que vaya a pasar, es decir,
todas las opciones están abiertas.
Si miramos el cuadro básico de
indicadores vemos que el bund alemán, como ya hemos dicho, ha
recortado fuertemente su precio y su tipo de interés, que es un indicador del
miedo, ya que el bund es el bono refugio por excelencia de la zona
euro, ha subido al 1,5%, es decir, indica menos temor a una ruptura del
euro. A la vez, las Bolsas han subido esta semana y vemos al futuro del S&P
en 1.338 puntos, lejos de los niveles críticos de la semana anterior. El
Eurostoxx ronda los 2.200 puntos y el Dax ha aguantado bien por
encima de los 6.000 puntos. El oro ha subido hasta situarse por encima de
los 1.600 dólares la onza y el euro ha rebotado frente al
dólar.
Todo esto nos indica cierta tranquilidad, pese a que las noticias
y el ruido ambiental sugieran curiosamente todo lo contrario.
Entramos en
una semana con reunión de la FED, con digestión del resultado de las
elecciones griegas y con reuniones preparatorias de la cumbre de
la zona euro del 28 de junio. Los grandes problemas siguen ahí, sin resolverse,
y la economía global sigue débil. Pero el inversor parece confiar nuevamente en
los Bancos Centrales, tal vez pidiéndoles más de lo que pueden hacer, pero
intuyendo que solo puede confiar en los Bancos Centrales a la vista de
las estériles cumbres de los líderes políticos.
La semana pasada
apostábamos por alzas moderadas, que efectivamente se han producido. Esta semana
apostamos por unas Bolsas estables, incluso nuevamente con alzas
moderadas, favorecidas por el comunicado de la FED y por la ayuda del
BCE, en un escenario de compás de espera, en el que no se ve avance
alguno en la solución de los problemas de fondo, pero en el que a corto plazo
ninguno de los líderes políticos desea romper de forma violenta con los demás,
por lo que todos se han vuelto esclavos de sus propias actuaciones y cada uno
espera que el tiempo juegue a su favor.
Juan Carlos Ureta |
Presidente de Renta 4 |
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