"Algunos bancos deben aumentar sus recursos propios para
asegurar la confianza en los mismos de sus acreedores y depositantes. Sin estos
recursos adicionales, los bancos en cuestión podrían tener problemas en acceder
a los mercados de financiación y, como consecuencia, se verían
obligados a reducir sus balances y el crédito a la economía real". Este
comentario fue realizado por Christine Lagarde en septiembre de
2011 refiriéndose a la banca europea, no sólo a la
española.
El FMI realizó sus propias pruebas de
estrés, basándose en la información disponible de la Autoridad Bancaria
Europea (EBA), en los efectos secundarios para los bancos de
las tensiones en los mercados de bonos y en la cotización de los Credit Default
Swaps (CDS) de los distintos países. Como resultado del
análisis, el FMI consideró que la banca europea necesitaba 300.000 millones de
euros de recursos adicionales para hacer frente a un posible empeoramiento de la
situación económica. Desde entonces, la situación lejos de mejorar, ha
empeorado. Por tanto, dicha cifra estimada de recursos necesarios difícilmente
se habrá reducido.
La línea de crédito de hasta 100.000
millones de euros para recapitalizar la banca
española pone de manifiesto que, al menos en lo referente al sistema
financiero, el FMI no andaba muy descaminado. Suponiendo que finalmente sean
necesarios 70.000 millones de euros para los bancos españoles, todavía quedan
por asignar 230.000 millones de euros de capital a inyectar a otros bancos
europeos en situación análoga a la de los bancos españoles necesitados de
capital.
En los veranos de 2010 y 2011, la Autoridad Bancaria Europea
(EBA) realizó sendos test de estrés a los principales
bancos europeos. Algunos países, como España,
sometieron al examen a la casi totalidad de su sistema financiero. Otros países,
como Alemania, apenas presentaron a entidades que representan
el 50% de su sistema bancario, incluso retirando del examen a una entidad
(Helaba Bank) días antes de conocerse el resultado ante la
certeza de que no superaría la prueba.
Los test de estrés se basan en
analizar cómo afectaría a la solvencia de los bancos un elevado
deterioro económico, considerando determinadas variables como:
caída PIB, aumento paro, caída bolsas y bonos ... En los dos test de estrés
realizados, el banco central de cada país utilizó sus propias hipótesis de
deterioro económico. Visto lo visto, queda claro que los test de estrés fueron
un fracaso, pero al menos se aplicaron a todas las entidades sistémicas
europeas.
En esta ocasión, el análisis empleado para calcular la
cantidad de recursos que cada banco español
necesitará se basa en unas pruebas de estrés que sólo se aplican a la banca
española, y no al resto de la banca europea.
Que otros bancos europeos
tengan problemas de solvencia no soluciona ni mitiga la
situación de la banca española. Pero si el FMI tenía razón en septiembre pasado,
y todo apunta a que así es, el mismo sistema empleado para recapitalizar las
entidades más débiles de la banca española, un 30% del total del sector, no
tardará en ser empleado para capitalizar entidades de Italia,
Francia y Alemania. Hoy el foco está en la banca española, pero
el resto de la banca europea no está en condiciones de sacar pecho.
Como
siempre, cuanto más tiempo se tarde en concretar los detalles de la línea de
crédito al FROB para recapitalizar a la banca, más
inestabilidad habrá. Diez días después del anuncio del rescate
bancario, siguen sin concretarse los detalles del mismo. El resultado
de dicha incertidumbre es la total inestabilidad de los
mercados financieros. Los tiempos políticos no son los de los
mercados financieros, pero cada día que transcurre sin concreción de las
medidas, el coste de la deuda sube. Mientras tanto, el BCE
lleva 14 semanas sin comprar un euro de deuda pública europea
en el mercado secundario.
Jesús Sánchez-Quiñones,
Director General de Renta 4
Banco
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