El paso de los días ha demostrado, tal y como anticipábamos en nuestro anterior
comentario, que la cumbre europea tenía un efecto muy limitado. Por ello,
y por el efecto combinado de las malas cifras económicas y de la cercanía de los
principales índices a niveles de resistencia, como el 1.370 del futuro
del S&P, las correcciones en las Bolsas han hecho acto de
presencia, en una semana que ha ido de más a menos, y que tuvo su punto de
inflexión el jueves, tras la actuación de diversos Bancos
Centrales.
Esas correcciones han sido, en general, suaves,
como habíamos previsto al final de nuestro anterior comentario, salvo en nuestro
Ibex, que ha caído más de un 5% en la semana. El Eurostoxx cayó un
1,3%, el Dax 0,1% y el S&P y el Dow menos del 1%. El
Nasdaq y el Nikkei lograron subir en la semana aunque de forma
casi imperceptible.
Sin duda las dos referencias de la primera semana de
julio han sido los malos datos de crecimiento económico y la actuación de los
Bancos Centrales. En cuanto a lo primero, el PMI de la zona euro
ha bajado a 45,1 en junio, con el de Italia en 44,6 y el de España
en 41,1. Son datos bastante aterradores. En Estados Unidos el ISM de
manufacturas de junio ha descendido a 49,7 frente a 53,5 en mayo, la mayor
bajada de los últimos años. Se esperaba 52. El de China cayó al 50,2 algo
menos de los esperado, pero mostrando debilidad. El desempleo en la zona
euro zona en el 11,1% en mayo, el mayor en la historia y el dato de empleo
americano de junio que se publicó el viernes fue mucho pero de lo esperado.
Un cuadro malo en términos de crecimiento, que vino a certificar el FMI
al advertir el jueves que revisará a la baja sus previsiones de
crecimiento económico global, que había situado para este año en un
3,5%.
Se confirma así el dibujo al que aludíamos la semana pasada: hay
mucha deuda y poco crecimiento. Una mezcla explosiva, que los
Bancos Centrales tratan de manejar como pueden, lo cual conecta con la segunda
referencia semanal, la actuación de los Bancos Centrales.
Es curioso que
las Bolsas recibiesen bien el lunes el mal dato del ISM de manufacturas
americano, bajo el peregrino argumento de que esa debilidad económica iba
a forzar a la FED a hacer más inyecciones monetarias, el "quantitative
easing 3". Y es curioso porque denota la enfermiza adicción de los
inversores a la droga monetaria. Una adicción frente a la que previno el informe
del Banco de Pagos de Basilea de hace dos semanas al señalar que la
eficacia de la actuación de los Bancos Centrales tiene límites y no va a suplir
en absoluto la necesidad de cambios profundos en la economía y al necesidad de
reducir la deuda.
La pregunta es si los Bancos Centrales están fallando.
Nuestra respuesta es que no. Están manejando, con dificultad pero con acierto,
una situación muy compleja, la deflación de la burbuja que se creó
en varias décadas. Están ayudando, como lo hicieron el pasado jueves, cuando
China bajó por segunda vez en un mes los tipos de interés dejándolos al
6%, el Banco de Inglaterra añadió otros 50.000 millones de libras a su
programa de recompra de activos, con lo que ya lleva 375.000 desde el
2.008, y el BCE bajó los tipos al 0,75% situándolos por primera vez en la
historia por debajo del 1%, bajando a la vez la remuneración de depósitos
de los Bancos a cero. También actuó el Banco Nacional de Dinamarca, que
ha ido más allá, al penalizar en un 0,2% a los Bancos que depositen su dinero en
él.
Pero los inversores reaccionaron con bajadas bruscas de las Bolsas a
esas actuaciones en principio positivas de los Bancos Centrales. ¿Cuál ha sido
el problema? El problema es que Draghi se negó en la rueda de prensa del
jueves a adoptar un compromiso de comprar deuda española e italiana. Algo
que recuerda a lo que hizo Trichet el 4 de agosto de 2011. La pregunta es
si Draghi tendrá que rectificar, como hizo Trichet. Nuestra respuesta es que no
lo va a hacer. Casi un año después y tras tres cumbres en las que Alemania ha
decidido dejar que los mercados hagan su trabajo, esta vez el BCE en nuestra
opinión va a tensar la cuerda. Entre otras cosas porque las compras de deuda
española e italiana del pasado agosto tampoco sirvieron para mucho y dieron
lugar en septiembre a una caos aun mayor del las Bolsas. Es decir el BCE parece
pensar, en línea con el Banco de Basilea, que es la hora de las reformas de
fondo y no de las inyecciones monetarias.
Reformas como las
que ha practicado Irlanda, que el pasado jueves volvió al mercado por
primera vez tras el rescate del 2010, colocando 500 millones de euros en
Letras a tres meses. Las colocó al 1,8%, menos de lo que paga España y la
demanda superó a la oferta en 2,6 veces. También los bonos portugueses
han mejorado mucho en las últimas semanas. Todo esto marca un camino a seguir y
ese camino es el que parece que desea forzar el BCE.
Esa línea es también
la de Alemania, Finlandia y Holanda. El viernes la ministra
finlandesa de Finanzas dijo que Finlandia prefiere abandonar el euro antes que
pagar deudas de otros y que una unión bancaria fundada sobre una asunción
conjunta de responsabilidades no funcionará. Es la otra lectura de la cumbre del
28 de junio. Esta semana el Tribunal Constitucional alemán empieza las
audiencias para decidir si el tratado del nuevo ESM que aprobó el
Parlamento alemán el pasado 29 de junio es o no acorde con la Constitución
alemana.
En suma, son nuevos motivos de inestabilidad a corto,
pero también marcan una orientación nueva y positiva en las políticas de fondo.
Sin esas políticas de fondo no habrá inyecciones monetarias, porque no valen
para nada.
Si analizamos como se traduce todo esto nivel de
indicadores técnicos, el futuro del Eurostoxx no ha podido romper
al alza la media de 200 sesiones situada en torno a los 2.320 puntos y tuvo un
muy mal cierre semanal con una caída vertical de cien puntos en una sesión y
media, a partir de las palabras de Draghi el jueves tras la reunión del BCE. Por
su parte, el futuro del S&P parecía querer romper el nivel 1.370 que
rompió en marzo, pero al final no lo consiguió y se replegó al cierre semanal a
la posición intermedia de los 1.350 puntos.
Es importante ver que pasa a
corto plazo, ver si las Bolsas vuelven a atacar esas resistencias o por
el contrario se repliegan más abajo. Dependerá mucho de la posición del BCE
(nuestra opinión es que en el muy corto plazo va a ser firme), y de lo que pase
en Estados Unidos con los compromisos de los partidos sobre la situación fiscal
a partir de 2013. Otro factor serán los resultados empresariales del
segundo trimestre, que se empiezan a publicar esta semana, con pesos pesados
como JP Morgan o Google.
Pensamos que en algún momento del
verano, más adelante, tanto la FED como el BCE actuarán y calmarán a los
mercados, pero sin fuerza para hacerlos subir, solo para que no se caigan más.
En lo que se refiere a los próximos días, sin embargo, lo probable es que
sigamos viendo debilidad en los principales índices en la segunda semana
de julio, sobre todo en los que menos han caído, como los americanos.
Por
eso estaríamos por el momento fuera del mercado o, como mucho, y pese a
las innegables incertidumbres que pesan sobre la economía española, volveríamos
a tomar una posición diferencial a favor del castigadísimo Ibex 35
que baja un 21,3% en el año, y en contra de índices como el S&P (+7,7% en el
año) o el Dax (+ 8,7% en el año). Una posición "contrarian" que ya
ensayamos, con éxito, a principios de junio.
Juan Carlos Ureta
Presidente de Renta 4
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