La previsión que hacíamos en nuestro anterior
comentario de un mercado errático y volátil se ha
demostrado acertada, en una semana con fuertes cambios de tendencia, en la que
al final las Bolsas han aguantado bien y el S&P
500 ha conseguido terminar de nuevo por encima de los 1.500 puntos, tras
varias noticias que tenían la carga negativa suficiente como para haber generado
un recorte significativo en los mercados.
El lunes, tras un fuerte inicio
alcista en la primera parte de al sesión, conocimos el desastroso resultado de
las elecciones italianas, y los mercados lo acusaron con caídas
intensas hasta el miércoles, sesión en la que las Bolsas
volvieron a subir, al calor de las declaraciones de Bernanke
ante el Congreso y el Senado, asegurando la continuidad de la política monetaria
expansiva de la FED. Finalmente, en la sesión de cierre semanal del viernes el
mal PMI chino y los también malos PMI de varios países de la
zona euro, incluidos Holanda y Finlandia, tuvieron impacto
negativo en los mercados europeos, pero las Bolsas americanas
disfrutaron de buen tono, pese a que en la economía americana los datos de
consumo e ingresos personales de febrero no fueron buenos, y pese a que el mismo
viernes entro en vigor el temido "secuestro" de algunas
partidas de gasto público cuyo efecto será contraer el
PIB en torno a medio punto porcentual. Aunque es verdad que
el PMI americano de manufacturas que se conoció el viernes fue
bueno, el peso de las malas noticias fue muy superior.
Esta fortaleza de
la renta variable es aún más llamativa si tenemos en cuenta que los
resultados empresariales que hemos conocido estos días tampoco
han sido buenos, ya que en general las empresas notan en sus
ingresos el impacto de la crisis. En concreto en España las
empresas del Ibex, incluso excluyendo a
Bankia, han sufrido una caída de sus beneficios del 65%. Si
incluyésemos a Bankia el Ibex entraría directamente en pérdidas.
Por ello
es notable que en la semana los tres índices norteamericanos
hayan terminado con ligeras ganancias, y el Dax alemán
avanzando un 0,6%. En Asia las ganancias fueron aún mayores con el Nikkei y el Shanghai Composite subiendo un
1,9%. La otra cara de la moneda fue la Bolsa italiana, cuyas
abultadas perdidas llevaron al Eurostoxx a bajar medio punto
porcentual en la semana.
Puede haber varias explicaciones para esta
fortaleza de las Bolsas. La primera es la
inercia. Tras un inicio de año fuertemente alcista, que ha
generado expectativas positivas, los inversores infravaloran los riesgos. En esa
misma línea, la segunda explicación sería la llamada "gran
rotación", es decir, el traspaso de posiciones de renta fija, bonos, a
renta variable. Una tercera explicación sería que las Bolsas miran al
futuro y no al pasado, y el futuro se interpreta en términos de
vuelta al crecimiento de la economía a final de año.
Pero hay una cuarta
explicación, que a nuestro juicio es la más probable, y es el
soporte continuo de los Bancos Centrales. El
giro al alza del miércoles y el jueves se produjo tras las dos intervenciones de
Bernanke, ante el Congreso y el Senado, garantizando una continuidad en los
tipos bajos y en las inyecciones de liquidez.
A la vez, en Japón el primer ministro Shinzo
Abe ha nombrado Gobernador del Banco Central a Kuroda,
claramente partidario de intensificar las inyecciones de liquidez, y en las
antípodas del Gobernador saliente, Shirakawa, quien había sido
muy prudente a la hora de aplicar la medicina monetaria. El nombramiento como
subgobernadores de otros dos "reflacionistas" claros, Iwata y
Nasako, refuerza, si cabe, aún más la idea de un Bank
of Japan realmente agresivo en sus políticas monetarias.
En la
misma línea, la expectativa es que el nuevo Gobernador del Banco de
Inglaterra, Mark Carney, intensifique la ya de por sí
importante expansión cuantitativa del Banco Central ingles y, en este escenario
de alegría monetaria generalizada, nadie duda de que el BCE de Draghi también se sumará a la
tendencia general.
La tesis de los Bancos Centrales la expresó muy bien
Bernanke en sus comparecencias ante el
Congreso y el Senado esta semana pasada, al
defender la actuación de la FED afirmando que ha conseguido dar apoyo a una
recuperación económica sin crear inflación, ya
que ésta se mantiene por debajo del 2%, y sin que "los costes potenciales de un
incremento del riesgo en algunos mercados financieros estén superando los
beneficios de promover una recuperación económica más fuerte". Es decir, los
banqueros centrales creen haber conseguido la piedra filosofal que va a llevar a
una nueva etapa de crecimiento en la economía sin tener que
pasar por penalidades o ajustes mayores.
El problema del discurso de
Bernanke (que a buen seguro suscriben los restantes banqueros centrales) es que
recuerda demasiado a los discursos de Greenspan cuando
aseguraba que la economía había entrado en una etapa de crecimiento sin
inflación, lo que se llamó la "goldilocks economy". No ha
pasado tanto tiempo desde aquellas frases de Greenspan, y si entonces cometimos
la ingenuidad de creérnoslas, tal vez ahora no deberíamos olvidar las grandes (y
duras) lecciones de otoño de 2008. Al fin y al cabo no ha pasado tanto
tiempo.
Sigue habiendo elevados niveles de deuda
acumulada en el sistema, la expectativa de crecimiento es débil y
quedan reformas importantes por hacer, sobre todo en la zona euro, donde las
elecciones italianas han vuelto a mostrar la fragilidad del actual modelo
institucional que da soporte a la moneda única. Las inyecciones monetarias dan
tiempo, nada más.
El pasado jueves el Dow Jones
flirteó con los máximos históricos de todos los tiempos, y
llegó a estar a tan solo quince puntos de ese "all time high".
El S&P está solo a un 3% de sus máximos históricos y el
Dax a poco más de un 5%. Queda en el aire la pregunta de si
estas valoraciones son acordes con la situación de la economía
real, y con las expectativas de crecimiento que dan el
FMI o la Comisión Europea o si, más bien,
responden a una excesiva liquidez en el sistema que, al no
canalizarse hacia la economía real, se vuelca en los mercados financieros,
inflando los precios.
Terminada la temporada de resultados empresariales,
entramos en una semana llena de datos económicos relevantes. Conoceremos el
ISM de servicios en la economía norteamericana, se publicara el
Beige Book, y, sobre todo, el viernes tendremos el
informe de empleo americano de febrero, dato fundamental para
la FED. A nivel de Bancos Centrales la expectativa está puesta en la
reunión del BCE el jueves, que podría dar una señal de futura
bajada de tipos en la zona euro, y en la del Banco de
Inglaterra, el mismo día, esperándose que pueda anunciar aún más
expansión monetaria. A nuestro juicio seguir con la mirada puesta en lo que
hagan los Bancos Centrales es mirar en la dirección equivocada, ya que las
medidas monetarias tienen unos límites claros, más aun cuando las
cotizaciones de algunos mercados rozan los máximos
históricos de todos los tiempos.
Esperamos de nuevo una semana
con oscilaciones de las Bolsas, unas Bolsas que no encuentran
argumentos para romper con claridad los máximos anuales, pero que se ven
sostenidas en la parte alta de la banda por la inercia alcista
de unos inversores entregados a la "gran rotación" y protegidos por unos Bancos
Centrales a los que les incomoda mucho ver la más mínima caída de los
mercados.
Presidente de Renta 4 Banco