Chipre necesita 17.000 millones de euros, cantidad equivalente
al 100% de su PIB, fundamentalmente para recapitalizar su
sistema bancario. Las autoridades europeas han acordado otorgar un rescate de
"solo" 10.000 millones de euros, mil de ellos aportados por el FMI.
Chipre se compromete a recaudar el resto mediante la aplicación de diversas
medidas. El gobierno chipriota podía haber optado por realizar un proceso de
reestructuración bancaria imponiendo pérdidas a los
accionistas, a todos los acreedores de los bancos, incluidos los tenedores de
bonos y, en último lugar, a los depósitos de
más de 100.000 euros. En lugar de eso, Chipre ha decidido aplicar un
impuesto extraordinario progresivo sobre todos los depósitos
que permitirá recaudar 5.800 millones de euros (pendiente de aprobación por su
parlamento).
Haber dejado exento del impuesto a los
depositantes por debajo de 100.000 euros, aplicando una
tasa mucho más elevada a los depositantes con mayores importes,
habría perjudicado a los depositantes no residentes, principalmente
rusos y británicos. Chipre tiene pendiente la
renegociación de un préstamo de 2.500 millones de euros con
Rusia, hecho que habrá pesado a la hora de descartar esta
opción.
Lecciones del rescate a Chipre:
- Se acabaron los rescates
financiados al 100% por los contribuyentes europeos. Otorgar
préstamos en cantidades ingentes a países que no van a ser
capaces de devolver la totalidad del préstamo sólo es una forma de posponer la
solución de los problemas: véase el caso griego. Si los 17.000 millones de euros
se otorgaran vía préstamos, como en el resto de los rescates a países llevados a
cabo hasta la fecha (Grecia, Irlanda,
Portugal), la deuda pública de Chipre se situaría en el 140%
del PIB: nivel insostenible a medio plazo.
- Cuando el problema es el
exceso de deuda, las quitas son inevitables. La forma de
materializar las mismas y la terminología utilizada, intentarán evitar a toda
costa la utilización de la palabra QUITA. En el caso chipriota,
no hay "quita" sobre los depósitos, sino la aplicación de un impuesto sobre los
depósitos. El efecto económico para los depositantes es el
mismo, pero las consecuencias de calificación son relevantes.
- Vía
impuestos todo se puede gravar. Los depósitos siguen garantizados en Chipre ante
la insolvencia de los bancos, pero ello no
impide que se les aplique un impuesto extraordinario de una sola vez de hasta el
12,5% del importe de los mismos. Técnicamente, no se puede hablar de quita.
- No todos los acreedores de los bancos sufrirán
pérdidas. Al no ser técnicamente una quita sobre los depósitos, los tenedores de
los bonos (senior) de los bancos no se ven afectados. No hay una
reestructuración de los acreedores de la banca.
- El
Fondo de Garantía de Depósitos garantiza los mismos hasta
cierta cuantía en caso de insolvencia de un banco, pero no impide que impuestos
de nueva creación graven los depósitos. Hay que recordar que en determinadas
Comunidades Autónomas españolas ya se aplica un impuesto sobre
los depósitos, aunque los tipos de gravamen sean muy reducidos en comparación
con el impuesto aplicado a los depósitos chipriotas.
- A diferencia de
lo acontecido en Grecia, los bonos soberanos chipriotas no
sufrirán ninguna quita.
- La discrecionalidad se impone en los distintos
rescates. Decidir quién asume parte de las pérdidas y quién queda al
margen se ha convertido en una discrecionalidad que depende de
los intereses de los negociadores políticos en
cada momento. En el caso chipriota claramente se ha preferido salvaguardar los
intereses de los tenedores de los bonos bancarios y de los
bonos soberanos chipriotas frente a los de los propios pequeños
ahorradores.
Los depositantes de los bancos españoles
pueden estar tranquilos. España tras solicitar el rescate
bancario firmó un Memorando de Entendimiento con Europa que
recogía quién asumía las pérdidas de la banca: los bonistas (senior) y los
depositantes quedaban al margen de cualquier quita.
Lo más preocupante
del rescate a Chipre es la demostración de la capacidad de las
autoridades de crear figuras impositivas nuevas con ánimo recaudatorio. A modo
de ejemplo cabe mencionar: impuestos sobre la generación eléctrica; impuesto
catalán sobre bebidas azucaradas; impuesto sobre los depósitos en varias CCAA.
En caso de necesidad de recursos, la imaginación en pro
de la voracidad fiscal no tiene límites. Lo mismo que se ha creado un impuesto
sobre los depósitos en Chipre, no es descartable que en situaciones extremas se
crearan impuestos sobre cualquier tipo de activo, incluso sobre el
patrimonio sacado de un determinado país a través de su banco
central. El mayor riesgo actual no es el de insolvencia de los
bancos, sino el riesgo de "represión fiscal" sobre los
contribuyentes, sean estos depositantes o no.
Director General de Renta 4 Banco
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