Independientemente de cómo finalice el culebrón del rescate a
Chipre, el daño causado por la forma de gestionar la
crisis y las propuestas planteadas ya está hecho.
La
economía de mercado requiere para su normal funcionamiento del
cumplimiento de determinados principios fundamentales que no deben ser cambiados
con carácter retroactivo o se generaría inseguridad jurídica.
Uno de dichos principios es el de "prelación de deudores" en el
caso de insolvencia de una entidad. Es decir, en qué orden asumen los acreedores
de una entidad las pérdidas en caso de insolvencia.
El orden legalmente
establecido para aplicar las pérdidas es el siguiente:
- Los
accionistas son los primeros en perder su inversión,
-
seguidamente los bonistas subordinados, incluidas las
preferentes,
- a continuación los bonistas
senior,
- después los depósitos por encima del
nivel protegido por el Fondo de Garantía de Depósitos correspondiente (100.000
€)
- Los depósitos inferiores a 100.000 € sólo sufrirían pérdidas si el
Fondo de Garantía de Depósitos fuese incapaz de satisfacer las
cantidades correspondientes.
De acuerdo con esta prelación de créditos,
para que los depósitos por debajo de 100.000 € sufrieran pérdidas, los
accionistas bonistas y depositantes de importe superior
deberían perder antes toda su inversión, y el Fondo de Garantía
de Depósitos debería declararse insolvente.
De todos los
bancos europeos que han atravesado situaciones de insolvencia,
solamente en el caso de Dinamarca los depositantes han llegado
a sufrir pérdidas. En el caso de la quiebra del Amagerbanken
los depósitos superiores a 100.000 € sufrieron una quita del 40%. Los de menor
cuantía recuperaron todo su dinero. Si en Chipre se hubiese seguido este
esquema, no se habría generado la situación actual de zozobra.
La gestión
de la crisis chipriota por parte del Eurogrupo
y el FMI ha
puesto de manifiesto el poco aprecio de los responsables europeos por los
principios básicos, jugando una vez más con las palabras y los términos
jurídicos para alcanzar el objetivo propuesto. El fin justifica los medios. "Los
depósitos siguen garantizados al 100%. Ello no es óbice para aplicarles un
impuesto de nueva creación de tipo de hasta el 12,5%". Los
tipos contemplados han ido variando con las horas.
Jurídicamente es
factible implementar nuevos impuestos sobre cualquier activo o
hecho imponible, pero económicamente se realiza una quita a los
depositantes sin respetar el principio de prelación de
créditos. Claramente se ha preferido plantear una penalización a los pequeños
ahorradores para infligir un menor castigo a los depositantes extranjeros con
mayores importes.
El Papa Emérito Benedicto XVI advertía
en la primera homilía de su pontificado sobre el peligro de la cultura del
relativismo extremo. Con seguridad no estaba pensando en
rescates de entidades financieras, ni en la
capacidad de las autoridades en retorcer las normas fiscales
como se ha visto en el caso de Chipre, pero cuando los
principios más fundamentales saltan por los aires, nada ni nadie está a salvo.
Cuando las decisiones de las autoridades afectan al bolsillo y a los ahorros es
más fácil percibir el peligro del relativismo aplicado al mundo
financiero.
En el caso chipriota, sea cual sea la solución
final, el futuro se presenta muy complicado. Casi el 40% de los
depósitos pertenecen a no residentes, quienes no tendrán ningún
interés en mantener sus posiciones en bancos de la isla una vez
sea factible realizar transferencias internacionales. Intentando captar 5.800
millones de euros a través de impuestos sobre los depósitos, pueden provocar la
huida de más de 20.000 millones de euros de los no residentes. Sólo la
asistencia permanente del BCE permitirá
que los bancos chipriotas no colapsen.
Director General de Renta 4 Banco
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