Frente al escenario "oficial" positivo, basado en los tres pilares a los que nos
referíamos la semana pasada (crecimiento de la economía norteamericana,
éxito del "abenomics" en Japón y
puesta en marcha de la expansión monetaria por el BCE),
escenario que había llevado a los inversores a una euforia extrema, en la que
parecía que nada podía ir mal, lo cierto es que en la tercera semana de enero
han salido a escena algunos de los riesgos latentes que estaban ahí desde hace
tiempo, aunque nadie quisiese fijarse en ellos.
Los detonantes han sido,
por un lado, el mal dato de PMI de manufacturas de enero en
China, publicado el pasado miércoles, que sitúa el indicador por debajo de 50
por primera vez en muchos meses, y por otro lado la devaluación
del peso argentino, lo cual ha abierto la caja de los truenos,
provocando una corrección en toda línea de las principales
Bolsas. Las "zonas de sombra" a las que aludíamos en nuestro
comentario de la semana pasada han aparecido de forma abierta y lo de menos es
que lo hayan hecho al calor del ya mencionado dato chino y de la devaluación del
peso. La pregunta es si estamos o no en medio de algo más grande, es decir, si
esa corrección de las Bolsas del jueves y del viernes es un descanso en la subida o
si más bien pone de manifiesto dudas serias sobre el modelo de salida de la
crisis que han diseñado los Bancos
Centrales.
Si nos fijamos en los tres pilares del "escenario
oficial" el común denominador de los tres es la confianza total en la política
de expansión de la base monetaria de los Bancos Centrales. Se
piensa que la economía norteamericana va a empezar a crecer
como consecuencia de la gran inyección de liquidez de la
Fed, se piensa que la ""abenomics"" triunfará gracias
a la muy agresiva expansión del balance del Banco de Japón y se piensa que si el
Banco Central
Europeo se suma a la compra de activos contra su balance
(QE) la zona euro crecerá y saldrá de su
estancamiento casi deflacionario. En definitiva, tras la versión oficial
positiva está la convicción total en que las políticas monetarias no
convencionales practicadas por los Bancos Centrales para combatir la crisis van
a funcionar.
Por eso es interesante analizar lo sucedido esta semana y
conectarlo con las consecuencias últimas de la expansión monetaria
cuantitativa de los balances de los Bancos Centrales, la llamada QE. El
origen inmediato ha estado en dos economías emergentes, China y
Argentina, pero de inmediato la turbulencia se ha trasladado a
otras como Turquía, India, o
Brasil. Una visión superficial de las cosas podría querer
conectar esta turbulencia de algunas economías emergentes con el inicio de la
retirada de liquidez por parte de la Fed. Así lo ha expresado, por ejemplo, la
presidenta de Brasil, Dilma Roussef en el foro de
Davos.
Pero hay que ir un poco más allá, hay que ir a la
etapa anterior, cuando la Fed estaba inyectando liquidez a raudales. En ese
momento entró una enorme masa de dinero en las economías emergentes, procedente
directa o indirectamente de la Fed, y también del Banco de Japón y del propio
BCE, y esa ingente masa de dinero ha provocado en algunas economías
emergentes desequilibrios que conocemos bien en
España, ya que los padecimos cuando a raíz de nuestra entrada
en el euro fluyeron hacia la economía española muchos
capitales. Esos desequilibrios se resumen en dos:
recalentamiento del precio de los activos, y subidas de costes
de producción que convierten a la economía afectada en poco competitiva. Las
consecuencias son un creciente desequilibrio en la balanza
exterior, que lleva a la dependencia total del capital extranjero, y a
la vez la amenaza de que cuando los capitales que han entrado salgan se provoque
un colapso de liquidez y de precios con impacto en el conjunto de la economía.
Es lo que podría estar empezando a pasar. El pasado mayo hubo ya un amago,
cuando Bernanke anunció el
""tapering"", pero luego la Fed se echó atrás y los
mercados se calmaron. Ahora vuelve el temor.
Lo que a
nuestro juicio es importante entender, porque vale también para las economías
desarrolladas y no solo para las emergentes, es que el problema no es que ahora
se vaya a retirar la liquidez. El problema son los desequilibrios generados en
la economía justamente cuando la liquidez entraba de forma abundante. Es fácil
celebrar que entre dinero, como se está haciendo en España en
los últimos meses, pero mientras dura la fiesta nadie quiere ver que muchas
veces ese dinero se utiliza mal, se invierte mal, y acaba
generando problemas. Problemas que se agravan cuando el dinero sale y sobre todo
cuando sale de forma precipitada, pero que se han generado en la fase previa,
cuando el dinero estaba entrando.
Por eso, a nuestro juicio, es muy
desenfocado echar la "culpa" de las actuales turbulencias al
""tapering"" de la Fed. Hay que pensar, más bien, en que algunos de los
problemas de fondo de la crisis de 2008 siguen ahí, como por ejemplo, los
elevados niveles de deuda o los desequilibrios de algunas
economías, que incluso han ido a más, como sucede con el déficit
publico en algunos países desarrollados. Querer arreglar esto
inyectando más dinero es, ciertamente, inédito y novedoso, pero no por ello
infalible, más bien todo lo contrario.
Las nuevas previsiones de
crecimiento del FMI, que se han recibido oficialmente con gran
euforia, hablan de un crecimiento algo superior, pero todavía pobre. Por
ejemplo, para España, se prevé un crecimiento del PIB del 0,6%
este año 2014 y del 0,8% en el 2015 y la previsión de crecimiento en la zona
euro es del 1% para este año, tan solo una décima más que en la previsión
anterior. En suma un crecimiento débil que no aleja los temores.
Tal vez
por ello la directora del FMI, Christine
Lagarde, ha recordado esta semana una vez más en el foro de Davos que
la amenaza de la deflación sigue muy viva en la zona euro, y el
ex consejero del BCE Axel Weber ha dicho, también en Davos, que
""no hay razones para el optimismo con la recuperación europea"" y que
"Europa se siente mejor de lo que está". El presidente del BCE,
Mario Draghi, se ha mostrado aparentemente confiado en que no
habrá deflación, pero lo cierto es que a la vez se ha esforzado en aclarar que
el BCE está "preparado para actuar" si las cosas se ponen peor, es decir, si
llega la deflación.
Iguales dudas surgen en Japón, por más que hayamos
visto esta semana a Shinzo Abe organizando una gran "mise
en escéne" en Davos para asegurar que su política va a funcionar. Los datos
indican que la inflación sube por el lado malo, el de la subida del
petróleo importado, y a la vez el superávit de
la balanza comercial no llega. En cuanto a la tercera pata,
Estados Unidos, hay que dar un voto de confianza a su
reactivación, pero los datos siguen sin ser concluyentes.
Así las cosas,
esta semana vamos a seguir teniendo resultados empresariales (Apple,
Google, Amazon, Deutsche Bank, Santander o BBVA son
algunos de los nombres que reportan sus cifras) tras un inicio poco prometedor
de la temporada de resultados en la zona euro ("profit warnings" de
Royal Dutch Shell, Unilever, Deutsche Bank o
Alstom) y un panorama mixto de resultados en las empresas americanas.
Vamos a seguir viendo también datos económicos (PIB americano del cuarto
trimestre, índice Case Shiller de inmuebles, confianza del
consumidor de Michigan,...)
Pero la atención va a estar,
de nuevo, en la reunión y en el comunicado posterior de la Fed del miércoles. Es
la última reunión para Bernanke, que deja la Fed el próximo viernes, y se ha
rumoreado que la Fed podría anunciar otro recorte en sus inyecciones mensuales.
Sin embargo, con la actual turbulencia de los mercados y con la
crisis de emergentes abierta lo normal es que la Fed no toque nada y, en todo
caso, se dedique más bien a garantizar su ayuda monetaria en el caso de que las
cosas se vuelvan a poner feas.
Si miramos a los mercados de
bonos, con los tipos de largo plazo de nuevo bajando
(bund al 1,66%, T bond al 2,72%) lo que parece
es que el riesgo que hoy vuelve a inquietar a los inversores es
el de la debilidad económica o incluso la deflación, un escenario que parece
insólito tras la agresiva actuación de los Bancos Centrales de los últimos años,
pero cuya posibilidad no acaba de alejarse del todo de la escena.
Tras un
inicio de año realmente movido, todas las grandes Bolsas acumulan pérdidas, y
algunos indicadores técnicos están amenazando rupturas a la
baja, como el S&P 500, que está rompiendo a la baja su
media de cincuenta sesiones. Como decíamos la semana pasada, hay mucha inercia
alcista y los Bancos Centrales están muy comprometidos con el éxito de sus
políticas no convencionales, por tanto lo normal sería ver una cierta
estabilización de los mercados.
Pero la brusca caída del jueves y del
viernes puede estar indicándonos algo más, puede estar indicando una cierta
quiebra de la hasta ahora ciega confianza de los inversores en las políticas
practicadas por los Bancos Centrales en los últimos años. Lo que hagan las
Bolsas en las próximas sesiones confirmará o no esta posibilidad, que sería una
completa novedad respecto a la complacencia inversora de los
últimos dieciocho meses.
Presidente de Renta 4 Banco
No hay comentarios:
Publicar un comentario