viernes, 31 de enero de 2014

El foco se desplaza de los periféricos a los emergentes


Lo acontecido en el mes de enero anticipa lo que se puede esperar de los mercados financieros durante el 2014. En este primer mes del año, se ha pasado de la complacencia más absoluta en las primeras tres semanas, a una vuelta a los temores provocados por las turbulencias cambiarias con epicentro en Argentina y onda expansiva en todos los emergentes.

La corrección sufrida por las bolsas occidentales pone de manifiesto que los riesgos a nivel global no han desaparecido. Argentina ha servido de pretexto para que las bolsas corrijan las últimas subidas. De hecho, en bolsas como la española sólo ha servido para devolver el Ibex 35 a la casilla de salida de inicio del año.

Argentina no tiene capacidad para generar por sí sola un terremoto en los mercados financieros. Está proscrita en los mercados financieros internacionales desde hace más de una década. Lo acontecido en la última semana en el país sudamericano no es una sorpresa para nadie, pero provoca un efecto contagio en el resto de emergentes, siendo los más penalizados aquellos con mayor necesidad de financiación exterior (Brasil, Turquía, India, Indonesia y Sudáfrica).

Las autoridades de los países emergentes deben hacer frente simultáneamente a una fuerte depreciación de sus divisas, a cuantiosas salidas de capital, un menor crecimiento y una inflación en aumento. Cualquiera de las posibles medidas a adoptar por las autoridades de estos países tiene efectos secundarios.

- Si suben los tipos de interés, frenan la depreciación de las divisas, minoran la salida de capitales, pero como contrapartida perjudican al crecimiento económico.

- Si defienden el tipo de cambio de sus divisas interviniendo en el mercado, sufren caídas de reservas internacionales que algunos países no se pueden permitir, como Argentina.

- Si establecen controles de capitales ahuyentan la inversión exterior.

- Si no adoptan ninguna medida, la depreciación de la divisa provocaría una segura fuga de capitales internacionales.

El foco de incertidumbre macroeconómica se ha desplazado desde la periferia del euro a los emergentes. Previsiblemente así seguirá durante meses. Dado que el crecimiento de Europa, como en gran medida el de EE.UU., depende de las exportaciones a los emergentes, una prolongación en el tiempo de las turbulencias en estos países llevaría, inevitablemente, a un menor crecimiento, lo que se traduciría en menores exportaciones al resto del mundo y en menores beneficios empresariales en las empresas europeas y estadounidenses. De ser así, sin expectativas de crecimiento de beneficios, difícilmente las bolsas subirían de forma sostenible desde los niveles actuales.

Pese a las caídas de todas las bolsas europeas en la última semana, como consecuencia de los renovados temores sobre los emergentes, los tipos de interés de los bonos soberanos han permanecido muy estables, consolidando las fuertes caídas de rentabilidad de las primeras semanas del año. Así, el bono español a diez años comenzó el año en el 4,16% de rentabilidad y actualmente, a pesar de las últimas turbulencias, se sitúa en 3,69%. En el caso del bono portugués el recorte de rentabilidad ha sido todavía más acentuado, situándose ahora en torno al 5%, frente a 6,1% al inicio del ejercicio. La periferia del euro ha dejado de ser el centro de preocupación de los inversores.

Las turbulencias originadas en Argentina ponen de manifiesto que los riesgos no han desaparecido. Los bajos tipos de interés que se pueden obtener de depósitos y de la renta fija no son justificación suficiente para invertir en renta variable si no se está dispuesto a soportar los vaivenes inherentes a la bolsa. Lo acontecido en el mes de enero es un preludio de lo que se puede esperar de todo el ejercicio. Pese a las mejores expectativas de España y Europa, los numerosos problemas sin resolver de la economía mundial garantizan un año con sobresaltos.



Director General de Renta 4 Banco 

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