Tras dos semanas finales de enero en las que ha asomado a los
mercados el escenario "alternativo" que cuestiona el optimista
escenario "oficial", el giro al alza de las Bolsas en la recta
final de la primera semana de febrero tiene muchos elementos que recuerdan los
comportamientos y pautas de los mercados en la segunda mitad del 2013. En
particular, la jornada de cierre semanal del viernes, mostró de
nuevo la complacencia de los inversores ante noticias y datos
que, pudiéndose haber leído de muy diversas maneras, fueron recibidas por el
mercado bajo la más favorable de las interpretaciones posibles.
Por la
mañana, la sentencia del Tribunal Constitucional alemán que
expresaba dudas sobre la adecuación a los Tratados europeos del programa del
Banco Central Europeo de compra de bonos (la
OMT lanzada en septiembre de 2012 y todavía no estrenada), fue
muy bien recibida por los mercados, al considerar que el hecho de que el
Tribunal alemán haya dejado la decisión última en manos del Tribunal
Europeo de Justicia es, de facto, una victoria del BCE
y una derrota de la línea "dura" alemana representada por el
Bundesbank.
Asimismo, por la tarde, el mal dato de
empleo norteamericano de enero provocó, tras una fugaz caída
inicial, una fuerte subida de los índices americanos, lo que
llevó a un cierre semanal positivo de las principales Bolsas, con el
S&P 500 a la cabeza acariciando de nuevo los 1.800 puntos.
Un comportamiento que recuerda mucho, como decíamos, a los del último trimestre
de 2013, basados en la convicción de que las inyecciones
monetarias coordinadas de los Bancos Centrales van a traer crecimiento
estable y nos harán dejar atrás la crisis.
Hay que
recordar que el 2013 terminó en medio de una gran expectativa, expectativa que
se vio súbitamente cortada por la crisis de los emergentes en enero. Esta crisis
de emergentes de enero, con su secuela de las caídas de las principales Bolsas
globales, parecía estar mostrando en realidad inquietudes algo más generales de
los inversores sobre el crecimiento de la
economía. Lo que tal vez indicaban las caídas de los mercados
en enero eran las primeras grietas en el modelo de crecimiento diseñado por los
Bancos Centrales (las inyecciones de liquidez y los
tipos cero mueven a las familias a consumir y mueven a las
empresas a invertir) al comprobarse en algunas economías emergentes los efectos
secundarios nocivos de las inyecciones masivas de liquidez.
En este
sentido, el cierre del pasado viernes es como una vuelta a la normalidad.
Ciertamente febrero empezó mal, con un dato de ISM de
manufacturas americano débil, y el martes por la noche la
Bolsa de Tokio cayó más del 4% situándose el
Nikkei por debajo de su media de 200 sesiones, lo que a la vez
llevó al S&P a romper a la baja en la sesión del miércoles el importante
soporte técnico de los 1.740 puntos. Pero tras el buen ISM de
servicios americano, tras las palabras de Draghi en su
comparecencia posterior a la reunión del BCE y sobre
todo tras la reacción de las Bolsas al dato de empleo del viernes, todos los
temores parecían olvidados, recuperando las principales plazas niveles
confortables.
Esta reacción de las Bolsas pone de manifiesto hasta qué
punto los inversores siguen manejando como escenario básico el de una economía
débil pero apoyada sin límites por los Bancos Centrales y cómo
los inversores siguen confiando de forma clara en que esos apoyos monetarios
conseguirán finalmente una salida suave y ordenada de la crisis. Un escenario
que se considera óptimo para la renta variable y que movió a
las compras compulsivas de fin del pasado año.
Sin embargo, si vemos la
mini-crisis de los emergentes como síntoma de algo más
profundo, es difícil que podamos compartir esa complacencia de los mercados. Al
final uno de los efectos de la QE, el de inflar los precios de
los activos y encarecer los costes de producción, no solo se da
en las economías emergentes afectadas por la entrada de "dinero caliente"
procedente de la Fed sino que puede extenderse, y de hecho se
pretende que se extienda, a economías como Japón. El problema
es que, cuando la devaluación de la divisa
llega, esas economías exportan deflación a las demás, lo cual en el caso de
Japón puede ser realmente grave para la zona euro y sobre todo
para Alemania.
A esto hay que sumar otro efecto de las
inyecciones monetarias, el de desincentivar los procesos de ajuste y de
reforma, que siempre son dolorosos y que por tanto se evitan si
hay financiación disponible para seguir adelante. Si miramos lo
que está pasando en las economías de la zona euro vemos muy clara esa falta de
impulso a la hora de reformar de verdad y ajustar de verdad.
Desde este
ángulo, la crisis de enero no solo sería un primer síntoma de que algo no está
funcionando en el modelo "oficial" diseñado para salir de la crisis, sino a la
vez un aviso de posibles tormentas mayores a lo largo del año.
Sin
embargo, el cierre del pasado viernes nos recuerda que a corto plazo hay una
inercia clara, un recuerdo vivo en la mente de los inversores de lo que pasó
desde el verano a diciembre de 2013. Y por eso, lo normal es una cierta vuelta
de las Bolsas, a corto plazo, a ese modelo de final de 2013, en el
que ante cualquier pequeña bajada los Bancos Centrales actúan. En esta línea, la
semana pasada anticipábamos una posible estabilización a corto plazo de los
mercados financieros, en base a los comentarios de los
banqueros centrales, y esa estabilización es la que, a nuestro
juicio, empezó el pasado viernes y puede prolongarse durante la semana, sobre
todo teniendo en cuenta que el próximo martes y jueves la nueva presidenta de la
Fed, Janet Yellen, habla ante el Congreso y el
Senado, y es de sobra conocida la posición de Yellen a favor de
que la Fed impulse la economía por todos los medios a su alcance.
Esta
semana hay datos económicos relevantes, como los de PIB de la
zona euro del cuarto trimestre, o el de ventas minoristas de la economía
norteamericana que se publicará el jueves, o el de confianza del
consumidor americano que conoceremos el viernes. Y también publican
resultados algunas compañías interesantes como Cisco,
Pepsi, Total, Michelin y
varios grandes Bancos europeos.
Pero lo más probable, a la luz del cierre
del viernes pasado en Wall Street, es que, salgan como salgan
estos datos, lo que pesará en las Bolsas serán las palabras de Yellen, y si nos
atenemos al track record de las comparecencias de la nueva presidenta
de la Fed, su impulso será más bien hacia arriba.
Presidente de Renta 4 Banco
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