La positiva evolución de las bolsas tiene un impacto evidente
en la confianza de los consumidores e
inversores. Los bancos centrales son muy
conscientes de ello. De hecho, el propio Bernanke, presidente
de la Reserva Federal estadounidense, manifestó en 2010 que uno
de sus objetivos era lograr que los mercados financieros
subieran. Para lograr dicho objetivo se ha embarcado en una política consistente
en inundar de liquidez el mercado y mantener
los tipos de interés en niveles ínfimos.
La liquidez
inyectada por los bancos centrales no está yendo a la economía
real, sino a los mercados financieros. Las bolsas se encuentran
en máximos de los dos últimos años, y algunos mercados como el estadounidense,
alemán o suizo se sitúan en máximos históricos. Siguiendo con la argumentación
de Bernanke, estas subidas de las bolsas debería generar
"efecto riqueza", fomentando el consumo. A su vez, los bajos
tipos de interés y la abundante liquidez presumiblemente fomentarán la
inversión. El aumento del consumo y la inversión reactivarán la
economía y así comenzaría un círculo virtuoso. Esta teoría, defendida
públicamente por Bernanke, implica que los efectos se trasladan desde los
mercados financieros a la economía, y no a la inversa como cabría
esperar.
Hasta el verano del pasado año, los bancos centrales habían
actuado para evitar que la economía entrase en depresión: lo lograron. Desde
entonces, han dado un paso más, intentando propiciar el crecimiento
económico.
El BCE logró eliminar el riesgo de un
"accidente" en el euro con la declaración de
Draghi de hacer todo lo necesario para la supervivencia de la
moneda única y la posterior aprobación del "nonato" programa
OMT de compra de bonos soberanos. La
FED, por su parte, aprobó el actual programa de inyección de
liquidez: QE3. A diferencia de los anteriores, no tiene una
vigencia limitada en el tiempo y en cuantía, sino que implica un incremento
permanente del balance de la FED hasta que el
paro baje hasta niveles del 6,5%. El último en sumarse a la
fiesta ha sido el Banco de Japón. Su programa de inyección
monetaria es el más agresivo de todos, al pretender doblar la cantidad de dinero
en circulación en apenas un par de años.
La primera parte del objetivo de
los bancos centrales se ha cumplido con creces. La liquidez se ha filtrado a los
mercados financieros y las revalorizaciones desde los mínimos
del verano de 2012 son de más del 70% en el caso de la bolsa estadounidense; de
casi el 50% en el Eurostoxx y del 40% en Japón, aunque el
índice nipón ya se encuentre lejos de los máximos del presente
ejercicio.
El objetivo último consistente en lograr que la subida de las
bolsas genere crecimiento económico está por ver. Es cierto que
por primera vez en años EE.UU., Europa y Japón
crecen de forma simultánea, pero dicho crecimiento es muy dependiente del
mantenimiento de las extraordinarias políticas monetarias
actuales.
En EE.UU., tan pronto como la FED anunció en el mes de mayo que la política de inyección
permanente de liquidez no podía ser permanente, y que en algún momento habría
que reducir la cantidad adicional de liquidez suministrada, los tipos de interés
hipotecarios subieron un 30% (del 3,4% al 4,6%), y los tipos a
diez años prácticamente se doblaron (del 1,6% al 3%). Los tipos de interés se
encuentran en niveles artificialmente bajos, taponados por la cantidad ingente
de liquidez. Si dicha liquidez se reduce, los tipos inevitablemente subirán,
afectando a sectores muy sensibles de la economía como el consumo privado y la
inversión.
Bienvenida sea la sensación de mejora económica y de
alegría bursátil. No obstante, hay que ser conscientes de que
la actual política expansiva de los bancos centrales tiene un límite. No es
eterna. Las cotizaciones podrán seguir subiendo, pero niveles
superiores sólo serán sostenibles en el tiempo si realmente la economía crece y
los beneficios empresariales recogen dicho
crecimiento.
Pese a todo, en el corto plazo, y dado el bajísimo nivel
inflación en Europa (0,7%) frente al objetivo del BCE del 2%, y
con el euro en niveles máximos de los dos últimos años, es probable que el Banco Central Europeo incluso baje más los tipos de interés,
inyectando más gasolina a los mercados financieros europeos.
Director General de Renta 4 Banco
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