lunes, 4 de noviembre de 2013

Bolsas, Inflación y Bancos Centrales


La positiva evolución de las bolsas tiene un impacto evidente en la confianza de los consumidores e inversores. Los bancos centrales son muy conscientes de ello. De hecho, el propio Bernanke, presidente de la Reserva Federal estadounidense, manifestó en 2010 que uno de sus objetivos era lograr que los mercados financieros subieran. Para lograr dicho objetivo se ha embarcado en una política consistente en inundar de liquidez el mercado y mantener los tipos de interés en niveles ínfimos.

La liquidez inyectada por los bancos centrales no está yendo a la economía real, sino a los mercados financieros. Las bolsas se encuentran en máximos de los dos últimos años, y algunos mercados como el estadounidense, alemán o suizo se sitúan en máximos históricos. Siguiendo con la argumentación de Bernanke, estas subidas de las bolsas debería generar "efecto riqueza", fomentando el consumo. A su vez, los bajos tipos de interés y la abundante liquidez presumiblemente fomentarán la inversión. El aumento del consumo y la inversión reactivarán la economía y así comenzaría un círculo virtuoso. Esta teoría, defendida públicamente por Bernanke, implica que los efectos se trasladan desde los mercados financieros a la economía, y no a la inversa como cabría esperar.

Hasta el verano del pasado año, los bancos centrales habían actuado para evitar que la economía entrase en depresión: lo lograron. Desde entonces, han dado un paso más, intentando propiciar el crecimiento económico.

El BCE logró eliminar el riesgo de un "accidente" en el euro con la declaración de Draghi de hacer todo lo necesario para la supervivencia de la moneda única y la posterior aprobación del "nonato" programa OMT de compra de bonos soberanos. La FED, por su parte, aprobó el actual programa de inyección de liquidez: QE3. A diferencia de los anteriores, no tiene una vigencia limitada en el tiempo y en cuantía, sino que implica un incremento permanente del balance de la FED hasta que el paro baje hasta niveles del 6,5%. El último en sumarse a la fiesta ha sido el Banco de Japón. Su programa de inyección monetaria es el más agresivo de todos, al pretender doblar la cantidad de dinero en circulación en apenas un par de años.

La primera parte del objetivo de los bancos centrales se ha cumplido con creces. La liquidez se ha filtrado a los mercados financieros y las revalorizaciones desde los mínimos del verano de 2012 son de más del 70% en el caso de la bolsa estadounidense; de casi el 50% en el Eurostoxx y del 40% en Japón, aunque el índice nipón ya se encuentre lejos de los máximos del presente ejercicio.

El objetivo último consistente en lograr que la subida de las bolsas genere crecimiento económico está por ver. Es cierto que por primera vez en años EE.UU., Europa y Japón crecen de forma simultánea, pero dicho crecimiento es muy dependiente del mantenimiento de las extraordinarias políticas monetarias actuales.

En EE.UU., tan pronto como la FED anunció en el mes de mayo que la política de inyección permanente de liquidez no podía ser permanente, y que en algún momento habría que reducir la cantidad adicional de liquidez suministrada, los tipos de interés hipotecarios subieron un 30% (del 3,4% al 4,6%), y los tipos a diez años prácticamente se doblaron (del 1,6% al 3%). Los tipos de interés se encuentran en niveles artificialmente bajos, taponados por la cantidad ingente de liquidez. Si dicha liquidez se reduce, los tipos inevitablemente subirán, afectando a sectores muy sensibles de la economía como el consumo privado y la inversión.

Bienvenida sea la sensación de mejora económica y de alegría bursátil. No obstante, hay que ser conscientes de que la actual política expansiva de los bancos centrales tiene un límite. No es eterna. Las cotizaciones podrán seguir subiendo, pero niveles superiores sólo serán sostenibles en el tiempo si realmente la economía crece y los beneficios empresariales recogen dicho crecimiento.

Pese a todo, en el corto plazo, y dado el bajísimo nivel inflación en Europa (0,7%) frente al objetivo del BCE del 2%, y con el euro en niveles máximos de los dos últimos años, es probable que el Banco Central Europeo incluso baje más los tipos de interés, inyectando más gasolina a los mercados financieros europeos.







Director General de Renta 4 Banco 

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