viernes, 28 de junio de 2013

Bancos centrales: el poder de la palabra


La influencia de los bancos centrales en la evolución de los mercados financieros es indudable, no sólo por las medidas implementadas en cada momento, sino también por los mensajes que transmiten.

La comparecencia de Draghi el verano pasado en Londres anunciando que el Banco Central Europeo haría todo lo que fuera necesario (whatever it takes) para preservar el euro, aseverando que sería suficiente (believe me, it will be enough) supuso un cambio radical en la confianza sobre la permanencia de la moneda única y facilitó el retorno de las inversiones extranjeras en los países periféricos, entre ellos España.

La aprobación en septiembre pasado del programa OMT, mediante el cual el BCE podrá comprar bonos de vencimiento hasta tres años por cuantía ilimitada y de forma indefinida en el tiempo, bajo determinadas condiciones, supuso una muestra de la disposición del BCE a cumplir sus afirmaciones realizadas apenas un mes antes. Aunque hasta la fecha no se ha tenido que poner en marcha, su efecto beneficioso sobre los mercados de renta fija y variable ha sido palpable.

Las bruscas turbulencias de la generalidad de los mercados desde el 22 de mayo tienen su origen en declaraciones del Sr. Bernanke, ratificadas tras la última reunión de la FED de este mes. De acuerdo con sus palabras, si las previsiones económicas de la FED se cumplen, el paro seguirá bajando en los próximos meses hasta un nivel en el que se podría comenzar a reducir progresivamente el ritmo de incremento del balance de la FED, hasta finalizar las compras hacia mediados de 2014, cuando se estima que el paro se sitúe en torno al 7%. La tasa de paro llegó al 10% en los peores momentos de la crisis.

Pese a haber condicionado la finalización de nuevas compras de activos al cumplimiento de las previsiones de reducción de la tasa de paro y haber dejado claro que en absoluto supone el anticipo de una subida de tipos de interés, ni una venta de los activos mantenidos en cartera, su mensaje ha causado un auténtico terremoto en todos los mercados financieros: con caídas cercanas al 10% en las bolsas europeas; en torno al 20% en algunas emergentes, y retrocesos muy significativos en todos los activos de renta fija, incluso los considerados activos refugio. Ni siquiera el dólar o el oro se han librado de las caídas. 

Los mercados financieros han obviado la condicionalidad introducida por Bernanke en su mensaje: dejarán de comprar activos si el paro llega al nivel marcado como objetivo y la economía recupera crecimiento. La interpretación ha sido que "se acabó el dinero fácil y barato". Conclusión precipitada.

Una vez más, el Sr. Draghi ha tenido que hacer uso del poder de la palabra para calmar a los mercados. El BCE seguirá actuando cuando sea necesario sin vacilar (we stand ready to act again when needed). 

Siendo importantes los mensajes de las autoridades monetarias, estos tienen que ser avalados posteriormente con los hechos. Tras las palabras de Draghi el verano pasado vino la aprobación del nonato programa OMT en septiembre. Tras las declaraciones de esta semana, el BCE tiene la oportunidad el próximo jueves de materializar su mensaje en alguna medida concreta. De no ser así, previsiblemente seguirá utilizando herramientas dialécticas para evitar que los mercados financieros duden de la disposición del BCE a actuar si la situación lo requiere.

El propio Bernanke comentó en 2009 la influencia que el efecto riqueza generado por un buen comportamiento de los mercados podría tener en la confianza y en el crecimiento económico. Pese a no ser un objetivo de los bancos centrales, turbulencias excesivas en los mercados financieros generan pérdida de confianza y aumento de los costes de financiación, afectando, por tanto, al crecimiento económico.

El mensaje de Bernanke, avalado por el informe del Banco Internacional de Pagos, pone de manifiesto que la política de inyección de liquidez tiene sus límites. Ayudan a ganar tiempo, pero no son la solución a los problemas estructurales. Tras un primer aviso, de momento los bancos centrales seguirán apoyando. El próximo jueves comprobaremos si el BCE toma medidas reales o prefiere seguir empleando el poder de la palabra.





Director General de Renta 4 Banco 

miércoles, 26 de junio de 2013

No hay marcha atrás. El mercado alcista de la renta fija ha acabado


La Fed ha encendido la mecha. Como pronto en septiembre, como tarde en diciembre, el final de los extraordinarios estímulos monetarios de la FED está muy cerca y el escenario de la inversión en los mercados financieros ha cambiado radicalmente.

Los mercados están valorando el movimiento de la FED ahora, con incrementos de las tires de la renta fija de los países considerados como de máxima solvencia y caídas de los precios de sus bonos, con la minusvalía latente que ello implica para los próximos meses en aquellos inversores que permanezcan inmóviles.

Tácticamente es complicado de gestionar. La dirección de los mercados de renta variable en el corto plazo es imposible de predecir, entre otras cosas por la dificultad a la hora de digerir la etapa de cambio a la que estamos siendo conducidos.

Los temas evidentes son:

1. presión al alza sobre los rendimientos de los bonos - soberanos y créditos.
2. fortalecimiento del dólar
3. mantenimiento del tensionamiento en los mercados emergentes
4. mayor volatilidad por el apalancamiento financiero existente después de un periodo de extraordinaria liquidez


En general, poco ha cambiado a nivel macroeconómico desde principio de año. EEUU y Japón repuntando, Europa en recesión y emergentes desacelerándose. Sin embargo, las bolsas no se quedan inmóviles ante los acontecimientos en otros activos.

Los movimientos nerviosos de los mercados de los próximos meses, no deben hacernos perder la estrategia estructural, más bien todo lo contrario: aprovechar la volatilidad para posicionarnos en el nuevo ciclo de los mercados.

El nuevo ciclo de los mercados desde mi punto de vista estará acompañado por sustanciales revalorizaciones de la renta variable apoyado por mejoras de márgenes, normalización de las valoraciones, re-rating de la renta variable, normalización de la prima de riesgo, retornos negativos de los bonos de máxima calidad crediticia de duraciones superiores a los 3 años, repunte de la inflación y repunte del crecimiento en los mercados desarrollados.

Para obtener revalorizaciones en renta fija, no bastará invertir en deuda de EEUU o Alemania y cruzarse de brazos. La calidad en la gestión de las carteras de renta fija será vital para obtener buenos resultados.

El mercado alcista estructural de la renta fija de la deuda pública americana o de países considerados "core", ha acabado y dará comienzo un nuevo ciclo en los mercados de capitales.







Gestor de fondos de Renta 4 Banco 

martes, 25 de junio de 2013

Cocerse como una rana a base de deuda


Para cocer una rana viva basta con depositarla en un recipiente de agua fría y calentar el agua poco a poco hasta que hierva. El cambio paulatino de la temperatura hace que la rana se vaya adaptando en cada momento al cambiante entorno hasta que muere cocida sin haberse dado cuenta de que la creciente temperatura iba a causarle una muerte segura.

Con la deuda y la economía ocurre algo similar. El nivel de endeudamiento crece y crece sin que sus efectos perniciosos se noten, pero a partir de cierto nivel llega el colapso (Grecia, Irlanda, Chipre). El crecimiento de los niveles de deuda, privada y pública, no es algo nuevo. Se ha producido en los países desarrollados de forma casi ininterrumpida en los últimos treinta años. La deuda de los países miembros del G7 pasó del 171% del PIB en 1980 al 303% en 2010. El fuerte crecimiento experimentado en este periodo no habría sido posible sin la alegría crediticia y la facilidad de endeudamiento.

Cuando los créditos son fáciles de obtener y los tipos son bajos, se crea la falsa sensación de que siempre va existir la misma facilidad de obtener nuevos créditos y de renovar los existentes. Se olvida el concepto básico y elemental de que las deudas hay que devolverlas. Nadie garantiza que al vencimiento de cualquier deuda sea posible renovar el importe adeudado. Se ha llevado a considerar que tanto las empresas como los Estados, incluso las familias, deben tener un cierto nivel de deuda "estructural", que nunca se devuelve, sino que siempre se renueva a su vencimiento. Endeudarse para acometer inversiones que faciliten el crecimiento futuro, o para financiar un bien de consumo duradero tiene sentido. Hacerlo para pagar gastos corrientes supone adelantar al presente gastos futuros. El futuro llega, y en ese momento no sólo no se podrá mantener el ritmo de gasto, sino que además habrá que devolver las deudas que permitieron un mayor nivel de gasto en el pasado.

No hace tanto que los analistas y bancos de inversión penalizaban la valoración de las empresas que no "optimizaban" su estructura financiera con deuda, prevaleciendo la rentabilidad sobre los recursos propios (ROE), y despreciando la rentabilidad sobre activos (ROA). Cuanto menor era la cifra de recursos propios y mayor la cifra de recursos ajenos, más elevado el ROE. No hace falta recordar a qué llevó esta práctica en gran parte del sistema bancario mundial. Cuanto menor es el porcentaje de recursos propios sobre el total de activos más vulnerable es una entidad.

Tras el estallido de la crisis financiera en 2007 - 2008 y la sequía absoluta del crédito (credit cruch), los bancos centrales intentaron evitar el colapso de la economía occidental inyectando cantidades ingentes de dinero: más de 10.000 billones de dólares entre Banco de Inglaterra, BCE, FED, Banco de Suiza, Banco de Japón y Banco de China. Esta cantidad de dinero ha evitado que muchas economías, entre ellas la española, hicieran frente a su problema de endeudamiento. La liquidez ha actuado de analgésico, haciendo olvidar la existencia de la enfermedad.

El anuncio de cambio de sesgo de la Reserva Federal es un recordatorio muy oportuno. Sólo ha anunciado que de cumplirse las previsiones de reducción del paro, limitará las inyecciones adicionales de liquidez hasta suprimirlas totalmente el próximo año. Pone de manifiesto que las inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales no pueden ser ni indefinidas en el tiempo, ni ilimitadas en cuantía. Los tipos de interés cercanos a cero son coyunturales, no eternos. Sólo con liquidez y tipos bajos no se resuelven los problemas estructurales de la economía. Los gobiernos tienen que hacer su parte.

El proceso de desapalancamiento de la economía, o de reducción de deuda, es, inevitablemente, un proceso doloroso y prolongado. En España el sector privado está reduciendo su endeudamiento a marchas forzadas: más de 270 mil millones de euros desde fin de 2011. El sector público, de momento, se contenta con incrementar su deuda a un ritmo menor cada año, previendo alcanzar el 100% de deuda pública sobre el PIB en 2016. Es difícil conocer de antemano qué temperatura exacta es la que causa la muerte de la rana. También es difícil anticipar cuál el nivel máximo de deuda que una economía puede soportar antes de colapsar. En ambos casos, a mayor temperatura y mayor nivel de deuda, el punto de no retorno se encontrará más cerca.

Ni la liquidez que proporcionan los bancos centrales es ilimitada, ni los tipos de interés seguirán siempre en los mínimos actuales, ni los inversores estarán dispuestos siempre a financiar a un país o a una empresa sea cual sea su deuda. Si el mensaje de Bernanke ha servido para despertar del sueño placentero a más de uno, bienvenido sea.





Director General de Renta 4 Banco 

lunes, 24 de junio de 2013

El gráfico semanal: Ibex


Nuestra apuesta de la semana pasada en favor del dólar estadounidense ha demostrado ser muy acertada, ya que, en una nueva semana de inestabilidad en los mercados, el dólar ha hecho gala de su condición de activo refugio, subiendo fuertemente respecto al euro. La venta de futuros euro/dólar que recomendábamos la semana pasada en esta sección ha resultado así extremadamente rentable.

Precisamente uno de los índices más afectados por la inestabilidad ha sido nuestro Ibex, que con su caída semanal del 4,5% acumula ya un retroceso en el año del 5,7% acercándose peligrosamente al soporte de los 7.500 puntos. El fuerte peso del sector bancario en el Ibex y la vulnerabilidad de la economía española, excesivamente endeudada, a una posible subida generalizada de los tipos de interés, han situado de nuevo al Ibex por debajo de los 8.000 puntos.

En nuestro Gráfico semanal del pasado 29 de abril aludíamos a la tendencia larga bajista del Ibex , basándonos en el Gráfico de los últimos diez años, y decíamos que para romper esa tendencia larga el Ibex debería romper al alza de forma limpia el nivel de los 9000 puntos. Terminábamos ese comentario diciendo que para tomar posiciones en el Ibex era mejor esperar a que los efectos de la macro inyección monetaria del Banco de Japón del pasado 4 de abril se diluyesen.

Ha sido bueno, en efecto, esperar, ya que hoy podemos comprar el Ibex mucho mas barato, pero, tras las fuertes caídas, la pregunta es: ¿es momento ya de entrar?

Si observamos el gráfico del último año vemos que el Ibex ha sido incapaz de completar la incipiente figura de hombro-cabeza-hombro invertida que se había empezado a formar desde los mínimos de julio de 2012, ya que no pudo romper al alza la resistencia de los 9000 puntos, y ahora, en pleno recorte global de las cotizaciones, se enfrenta a una posible caída hasta los 7500 puntos, en primera instancia y hasta los 7000 puntos si las cosas se deterioran aún mas.

El gráfico del último año muestra la espectacular subida del Ibex en agosto y septiembre, y el proceso largo de consolidación que va desde mediados de diciembre hasta el momento actual. También muestra el gráfico la amenazadora caída vertical de las últimas sesiones, que parece dirigirse directamente hacia los 7500 puntos. Si nos preguntamos cual es la razón de la subida del Ibex desde el pasado julio hasta octubre, es difícil dar una respuesta que no tenga en cuenta las famosas palabras de Draghi en Londres a fin de julio y la decisión de comprar bonos periféricos del BCE el 6 de septiembre.

Si eso es así, mas allá del corto plazo, en el que la posibilidad de un rebote siempre esta ahí, la dirección del Ibex va a depender enormemente de lo que pase con las políticas de los Bancos Centrales y más en concreto, de lo que pase con la política del BCE tras las elecciones alemanas. Podríamos aludir al crecimiento de nuestra economía, o a los famosos brotes verdes, como posible motor de impulso del Ibex, pero seguramente nos engañaríamos. Para bien o para mal, y al no haber sido capaces de articular un discurso propio, dependemos de lo que decidan otros.

A la vista del gráfico que hoy adjuntamos, preferimos esperar para tomar posiciones alcistas en el Ibex. Para quienes deseen tomar posiciones más atrevidas, recomendaríamos hacerlo por la vía de la compra de opciones call, que limitan la pérdida a la prima desembolsada, o bien cubriendo las posiciones de contado con opciones put.

Le recordamos que en nuestra página web puede usted comprar y vender la más amplia gama de valores, índices y derivados nacionales e internacionales, en las mejores condiciones y en tiempo real, en los principales mercados del mundo.
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GRÁFICO DEL IBEX EL ÚLTIMO AÑO:










Por Renta 4 Banco

Preparando el aterrizaje


Es un secreto a voces entre los banqueros centrales que es infinitamente más fácil expandir el balance creando masa monetaria que reducirlo quitando del mercado la liquidez previamente inyectada. Si esto es así siempre, y basta recordar las experiencias de 1994 y 2006 para saberlo, mucho más lo es si lo que hay que deshacer son los más de diez trillones de euros en los que han aumentado su balance los grandes Bancos Centrales a partir de 2008.

Algo de eso ha debido tener en cuenta Bernanke cuando el miércoles pasado empezó a preparar el terreno para el inicio de ese "desapalancamiento" de la FED, que fue el primer Banco Central en iniciar la llamada QE, es decir la expansión monetaria cuantitativa, y que parece va a ser el primero en iniciar la retirada. Se trata de anunciar el inicio de la maniobra de descenso hacia la pista de aterrizaje, y de intentar que sea un aterrizaje suave.

Pero Bernanke se limitó tan solo a decir, de forma muy suave, que habrá una retirada gradual de los estímulos monetarios a medida que la economía norteamericana confirme su mejora. Un anuncio que ya había insinuado muy sutilmente el pasado 22 de mayo y que ha formulado ya muy claramente el pasado miércoles. Y, sin embargo, los mercados se hundieron.

La reacción de los mercados ha sido, utilizando el símil de Warren Buffet, como un gran disparo que se ha oído en todo el mundo. Las bajadas el jueves en las Bolsas mundiales fueron generalizadas y fuertes. Y, lo que es más relevante, el sell off fue simultáneo en las Bolsas de acciones, y en los bonos, las materias primas y las divisas emergentes. Precisamente esa reacción tan agresiva de los mercados a las palabras de Bernanke, que en el fondo son una continuidad de mensajes ya dichos con anterioridad, nos lleva a preguntarnos por las verdaderas razones que han estado detrás de las ventas casi de pánico que hemos visto en algunos momentos del jueves y del viernes.

Una primera razón, obvia, es la de pensar que los operadores más veloces se han anticipado a lo que estiman será una gigantesca vuelta atrás (unwinding) de las posiciones de "carry trade" que se han ido construyendo a lo largo de todo el periodo de inyecciones cuantitativas. El juego financiero favorito ha sido durante muchos meses el de tomar el dinero barato prestado a los mercados por los Bancos Centrales y comprar activos de riesgo con alta rentabilidad, llámense bonos, acciones, materias primas o divisas emergentes. Cuanto más riesgo del activo, mayor rentabilidad del mismo y por tanto mayor beneficio, sobre la base de que los Bancos Centrales seguirían dando dinero barato y abundante "sine die". Igualmente en el caso de los bonos, cuanto más largo el plazo de los mismos, mayor su rentabilidad.

Bonos de mayor o menor riesgo, a plazos largos, y divisas como el dólar australiano, el rand sudafricano, el peso mejicano, el real brasileño, la lira turca, la rupia india o el dólar neozelandés han sido activos de destino para parte de ese dinero barato de los Bancos Centrales y por eso todas estas divisas cayeron estruendosamente frente al dólar USA el jueves y el viernes.

Pero a nuestro juicio la explicación del "unwinding" de posiciones de "carry trade" no basta para interpretar los movimientos de los mercados ante las palabras de Bernanke. Tal vez hay algo más.

En nuestra opinión los inversores están empezando a entender que las promesas de los banqueros centrales de hacer "lo que sea necesario" (whatever it takes) y de inyectar dinero de forma "ilimitada" (as long as needed) son promesas de imposible cumplimiento, y que, además, aunque se pudiesen cumplir, no van a conseguir el objetivo de reactivar la economía global, sencillamente porque la medicina no es la adecuada para la enfermedad que se quiere combatir.

Vayamos por partes. En primer lugar, el poder de los Bancos Centrales para hacer lo que quieran es solo aparente. El propio Draghi ha tenido que reconocer en su comparecencia ante el Tribunal Constitucional alemán que la llamada OMT (compra de bonos periféricos soberanos en la zona euro) no tiene ni puede tener un carácter ilimitado, pese a que el 6 de septiembre de 2012 el BCE presentase dicha medida como si no tuviese limite alguno. Los Bancos Centrales pueden, sin duda, estirar su pasivo cuanto deseen imprimiendo todo el dinero que deseen, pero si se pasan de cierto nivel, lo que sucede es que el dinero emitido acaba teniendo valor nulo, como bien recuerdan algunos alemanes que vivieron la República de Weimar. Dicho de otra forma, si se emite de forma desproporcionada, sin reglas, la nueva emisión de dinero llega a no tener significado alguno. Se acaba emitiendo algo que no es ni siquiera dinero, sino un sucedáneo o simulacro de dinero. Luego hay límites.

En segundo lugar, y por razones que ha puesto de manifiesto el Banco de Basilea (BIS) en su recién publicado Informe anual, la expansión monetaria cuantitativa otorga tiempo a los agentes económicos y a los Gobiernos, un tiempo valioso para arreglar sus problemas, pero no es la medicina adecuada para solucionar la enfermedad que hoy tienen varias economías importantes, incluidas la americana, la japonesa y la española. Como dice el informe del BIS, las políticas monetarias ya han hecho su parte, y seguirán haciéndola, pero la ruta de la reactivación económica exige reformas, flexibilización de la economía y ajustes estructurales de los desequilibrios, y nada de eso está al alcance de los Bancos Centrales. Echar dinero a una economía que no se ha ajustado ni reformado, a una economía que sigue desequilibrada, es como echar gasolina a un motor que está estropeado. Acaba rompiéndose el motor. 

Como decíamos antes, tal vez esos razonamientos están detrás de las palabras de Bernanke del pasado miércoles. Si así fuese, la pregunta es como va a reaccionar el Banco de Japón. Parece obvio que Abe y Kuroda a corto plazo no pueden cambiar su discurso ni su radical política monetaria, aunque quisieran, que no parece que quieran. Pero si continúan, lo previsible es que el yen termine hundiéndose, con un impacto en la balanza exterior de Japón que puede ser el contrario al deseado, al dispararse el coste de las necesarias importaciones de energía, y con un efecto de exportar deflación al resto del mundo.

Esto puede complicar aun más la vida a algunas economías emergentes, donde ya hay revueltas, como Brasil y Turquía, y también a China, donde los problemas crediticios son ya muy obvios, con la amenaza de un credit crunch y de una explosión de la banca en la sombra, y a países productores de materias primas, como Australia, Rusia o Sudáfrica, al pararse el ciclo de fuertes subidas.

La desaceleración china es particularmente preocupante. El anuncio la noche del pasado miércoles de los PMI de manufacturas de China preliminares de junio, particularmente débiles, fue el segundo detonante, junto al discurso de Bernanke, de las fortísimas caídas del jueves.

Ante estos dos datos de poco sirvió que los PMI preliminares de junio de la zona euro mostrasen una cierta estabilización en la caída del PIB de la zona. Salvo en España y en Italia, los PMI muestran una ligera subida en junio, lo que puede avalar la tesis de que en el segundo semestre empezamos a ver una ligera recuperación, aunque muy ligera.

En definitiva, la bomba lanzada por Japón el pasado 4 de abril sigue generando un gran desorden en todos los mercados, a lo que ahora se une la percepción de que la FED prepara el aterrizaje. La volatilidad del dólar, los problemas de varias divisas importantes, la extraña fortaleza del yen siendo así que el objetivo de Abe y Kuroda era que cayese, y la persistente debilidad del oro, ponen de manifiesto que, cumpla o no sus objetivos la audaz y radical política puesta en marcha por Shinzo Abe, lo que sí es seguro es que va a crear inestabilidad en los mercados globales. De hecho ya ha creado inestabilidad.

En la zona euro las medidas japonesas tienen un impacto claro sobre Alemania, con consecuencias sobre toda la zona euro, impacto que se verá más a medida que pasen los meses. En un momento en el que Grecia vuelve a ser una preocupación tras la ruptura de su coalición de gobierno, y en el que, como era previsible, no se avanza en las conversaciones para la unión bancaria, una unión que, obviamente, forma un todo indivisible con las uniones fiscal y política de los países de la zona.

Tras dos semanas de fuertes caídas en las Bolsas, tenemos ya al Dow por debajo de los 15.000 puntos, al S&P por debajo de los 1.600 puntos, al Dax por debajo de los 8.000 puntos ya nuestro Ibex por debajo de los 8.000 puntos y acercándose peligrosamente a los 7.500. Solo se ha salvado el Nikkei que, contra corriente, subió la semana pasada un 4,5% hasta los 13.500 puntos.

Pero mucho más preocupante que lo sucedido en las Bolsas es la situación de los bonos. El T Bond está ya a un tipo del 2,5%, el bono español a diez años se aproxima al 5%, el francés está ya en 2,3%, e incluso el bund está ya en 1,7%. Ha habido subidas generalizadas de tipos.

En la última semana de junio, que es la de fin del primer semestre, hay numerosos datos económicos, como el índice de confianza del consumidor americano de la Conference Board y el definitivo de la Universidad de Michigan, el índice de manufacturas de Chicago, el dato final de PIB americano del primer trimestre, y datos de viviendas nuevas, bienes duraderos y empleo semanal.

Es muy difícil saber si queda o no corrección. Los índices están en general en niveles de soportes débiles, como el 7.700 de nuestro Ibex, y todo dependerá de los mensajes y de los datos. Lo que sabemos es que la euforia provocada por las medidas del Banco de Japón se ha roto y que la FED está ya preparando el descenso.

Con perspectiva de medio plazo pensamos que aún no hemos visto los mínimos de esta corrección en ninguna Bolsa, ya que prácticamente lo perdido en estas dos últimas semanas es lo que se había ganado de forma muy ficticia en abril y mayo al calor de las medidas de Kuroda, pero en el muy corto plazo podríamos ver un rebote tras las fuertes caídas de las últimas sesiones.

La estrategia que hemos venido recomendando en las últimas semanas de tomar coberturas por la vía de opciones put ha dado un resultado excelente y seguimos recomendando tener las posiciones cubiertas.




Por
Presidente de Renta 4 Banco 

viernes, 21 de junio de 2013

El gran riesgo del mercado de bonos


En el último mes estamos asistiendo a un movimiento en el precio de los bonos que están haciendo temblar a muchas de las gestoras internacionales más beneficiadas por el mayor rally de la renta fija de la historia. En muchos aspectos, los movimientos hacen recordar el movimiento de la renta fija de 1994.

En enero de 1994, los rendimientos de los bonos eran históricamente bajos, la inflación insignificante, los salarios contenidos y las empresas no subían precios por la debilidad de la demanda. Escenario prácticamente idéntico al que tenemos hoy en día.

Las expectativas para que los tipos de interés y las rentabilidades de los bonos fueran estables, estaban justificadas entre otras cosas por los planes de Clinton de reducir el déficit y la clara determinación del presidente de la Fed, Alan Greenspan, de mantener la inflación bajo control.

Sin embargo, 1994 se convirtió en uno de los peores años en cuanto a la rentabilidad del mercado de bonos. El aumento de las tires de los bonos de 30 y 10 años en EEUU, con el correspondiente descuento del valor de los bonos de Estados Unidos (caídas en precios en dependencia de la sensibilidad). Muchos inversores estaban comprando bonos con objetivos de tan sólo 1 o 2 centavos de dólar. 

A muchos operadores de renta fija, les sonará este escenario de nuestros días. Búsqueda de apreciación del precio del bono en el corto plazo, sin tener en cuenta la tir a la que se está comprando el bono. Criterio especulativo y no de valoración del activo en cuestión. Este hecho está alimentado hoy en día, por el mayor mercado alcista de la historia en el mercado de bonos, especialmente de la renta fija a largo plazo, alimentado a su vez por la excesiva liquidez inyectada por los bancos centrales para salir de la recesión post-Lehman Brothers.

En febrero de 1994, cuando la Reserva Federal empezó a aumentar los tipos de interés de intervención en respuesta a las señales de fortalecimiento de la economía y el repunte del precio de las materias primas, provocó que los tenedores de bonos (mucho de ellos apalancados) tuvieran que vender sus posiciones para reducir las pérdidas y el riesgo en sus carteras de bonos.







En los gráficos de Bloomberg se observa que la caída en el precio de los bonos a 10 años de EEUU fue del -15%, y la subida de las tires fueron del 5,4% de finales de 1993 al 7,8% de finales de 1994, es decir, un movimiento de tir del 2,4% produjo una caída en precio y por tanto unas minusvalías latentes de -15% para los tenedores de esos bonos o de los fondos de inversión que invertían en esos activos.

Como hoy en día, Europa tenía un escenario parecido al estadounidense tanto en crecimiento, como en inflación. Pero Alemania empezó a dar síntomas de mejora en términos de producción industrial y crecimiento, lo que provocó que las tires de sus bonos también empezaran a repuntar. La reacción de los mercados fue exageradamente rápida, nerviosa y volátil. El sell-off en el mercado de bonos produjo un periodo de correcciones en todos los mercados, tanto los de renta fija como los de renta variable. La búsqueda de los activos "seguros" se hacía casi imposible de encontrar.






En el gráfico de Bloomberg se observa el comportamiento del S&P 500 en 1994 cuando el mercado de bonos vivió su calvario particular. Como se puede observar, después de una caída del -10% del S&P 500 en apenas 2 meses, la réplica fue la recuperación de los niveles de antes del "shock" en los sucesivos 6 meses. El dato posterior a 1994 es que se vivió uno de los periodos más enriquecedores de las bolsas, hasta el 2000.

Hay que tener en cuenta, que el mercado de bonos es un juego de suma cero. Cuando los precios de los bonos bajan, las pérdidas de los inversores de bonos, se corresponden con las ganancias de los emisores. Los emisores, tienen la opción de (re)comprar los bonos o, simplemente beneficiarse de los bajos cupones a los que se financiaron. 

Los grandes ganadores de 1994 fueron las personas o empresas que se endeudaron a tipos de interés bajos, no las personas o empresas que les financiaron. 

Aunque la historia no se repita, llevamos varios meses desde Renta 4 Gestora recomendando estar invertidos en fondos de renta fija con duraciones muy bajas, inferiores a 2 años, y aprovechar las correcciones de los mercados que, sin lugar a dudas se producirá en algún momento, para incrementar la parte de renta variable de nuestras carteras de inversión.


Gestor de fondos de Renta 4 Banco 

Turbulencias como recordatorio


Se acabó la época de tranquilidad, de bajadas de los tipos de la deuda española y de reducción de la prima de riesgo. Ha bastado que Bernanke recuerde que la inyección de 85 mil millones de dólares al mes es una medida temporal, que dejará de tener sentido cuando se logre que el paro se reduzca hasta el 6,5% en EE.UU., para que los mercados financieros mundiales entren en otro episodio de inestabilidad.

La intervención de Draghi el pasado verano, prometiendo hacer todo lo necesario para preservar el euro y la posterior aprobación en septiembre del programa OMT de compra de deuda pública de hasta tres años de vencimiento por cuantía ilimitada y periodo indefinido, provocó un descenso muy acuciado de la percepción de riesgo y una entrada de inversión extranjera en los bonos periféricos que ofrecían una rentabilidad muy superior a la ofrecida por los bonos alemanes o franceses.

La puesta en marcha de la agresiva política de inyección de liquidez del Banco de Japón generó una oleada adicional de compras generalizadas de bonos que situaron los tipos de interés de la mayoría de la renta fija en niveles mínimos de rentabilidad.

Ante la mejora significativa de los mercados financieros, no faltaron los análisis complacientes de las autoridades, otorgándose a sí mismos todo el mérito de la mejora en los tipos de financiación y en la reducción de la prima de riesgo. Lamentablemente, sin la presión de los mercados financieros, la urgencia y el vigor reformista se diluyeron notablemente. El logro de una prórroga de dos años para reducir el déficit por debajo del 3% se ha celebrado como un gran logro, pero se olvida mencionar que como consecuencia de tal prórroga la deuda pública alcanzará el 100% del PIB dentro de tres años. Para entonces, cada subida de un punto en la financiación de nuestra deuda pública supondrá 10 mil millones más de intereses al año.

Estas nuevas turbulencias pueden tener cierto efecto positivo de volver a concienciar a las autoridades de los distintos países con elevado nivel de deuda de que NO tienen garantizada ni la reinversión permanente de los extranjeros en su deuda pública, ni del incremento de las posiciones de dichos inversores en la nueva deuda que se emita como consecuencia de los persistentes déficit.

Si las actuales turbulencias continúan, los tipos de los bonos suben y la prima vuelve a niveles superiores a los actuales, volverán a oír voces acusando a los especuladores y a los "mercados financieros" de la situación. Es hipócrita llamar inversores a quien compra bonos del Tesoro al 4% en mayo, y denominar a las mismas entidades especuladores cuando los venden.

Nadie sabe cuánto tiempo durará esta turbulencia, ni la profundidad que tendrá. En septiembre pasado, el BCE logró calmar a los mercados con la aprobación del programa OMT. Dicho programa de compra de bonos soberanos de hasta tres años de vencimiento sólo se pondrá en marcha previa solicitud del país interesado al fondo de rescate europeo MEDE, y tras la firma de un Memorando de Entendimiento con condiciones estrictas para el Estado solicitante. El acuerdo debe ser refrendado por todos los países del euro antes de que el BCE pueda realizar ninguna compra de bonos.

Hasta ahora el programa OMT ha servido de escudo o de seguro frente a los movimientos adversos de los mercados, sin ni siquiera tener que ponerse en marcha. Si la volatilidad continúa, el BCE se verá obligado a utilizarlo. La reacción en los mercados ante dicha eventualidad es una incógnita. Por un lado podría frenar, una vez más, la subida de las rentabilidades. Pero por otro lado, comenzarían a plantearse los interrogantes de que sucedería si el país implicado no cumpliese a rajatabla las condiciones impuestas. ¿Vendería entonces el BCE los bonos comprados? ¿Seguiría comprando más?

El actual momento de turbulencia no es ni será el último. En los últimos años se han producido de forma recurrente episodios como el actual. Hasta la fecha el BCE ha sido capaz de tomar medidas que devolverían la tranquilidad temporal a los mercados: "barra libre de liquidez a los bancos" (LTRO); préstamos de emergencia (ELA); programa OMT; relajación de garantías,...

Como dijo Draghi el verano pasado y ha repetido esta misma semana, hará todo lo necesario para preservar el euro. Seguro que así es, pero los distintos Estados tienen que hacer su parte. La presión de los mercados sirve como recordatorio que todavía quedan muchas cosas por hacer. El BCE puede suministrar calmantes muy eficaces, pero por sí solo no puede curar al enfermo.




Director General de Renta 4 Banco 

martes, 18 de junio de 2013

Reflexiones sobre la presunta OPA de AT&T


La noticia, no confirmada, de una posible OPA de una empresa americana, ATT, sobre una de las compañías emblemáticas españolas, Telefónica, induce a diversas e interesantes reflexiones.

- Pese a la actual situación de crisis, el nivel de desarrollo de la economía española y el volumen de población, le permite seguir siendo un objetivo de interés para las grandes multinacionales, no en vano seguimos siendo la cuarta economía europea.


- La economía española se encuentra muy endeudada, pero afortunadamente parte de dicho apalancamiento ha servido para internacionalizar nuestras principales empresas, habiendo adquirido una posición relevante, principalmente en Latinoamérica, en muy diversos sectores. Del total de ventas del Ibex 35, el 70% ya procede fuera de nuestras fronteras.


- Las empresas más endeudadas se están viendo en la necesidad de vender activos en el extranjero para reducir su nivel de deuda. En el mejor de los casos dichas desinversiones se están llevando a cabo sin perder el control de las filiales extranjeras, sacando a cotizar las filiales en sus mercados de origen (Telefónica Alemania, Santander Brasil, OHL México, ...)


- Los bancos son las entidades con mayor necesidad de desapalancamiento, por imperativo legal. Es previsible que se deshagan de la mayor parte de sus participaciones empresariales, más pronto que tarde. Las principales compañías del IBEX 35 se verán afectadas en este proceso: Telefónica, Repsol, Iberdrola, Abertis, BME, Indra o MAPFRE, entre otras.


- Ante la ausencia de ahorro interno, dichas desinversiones, cuando se produzcan, serán adquiridas mayoritariamente por capital extranjero.


- Pese a la eliminación de la "acción de oro" (Golden Share) del gobierno, que le permitía vetar determinadas operaciones de control de empresas españolas, siguen existiendo restricciones de voto en empresas como Iberdrola o Telefónica. Adicionalmente, parece poco probable que ningún inversor extranjero se atreviera a lanzar una OPA sin el beneplácito del gobierno en sectores fuertemente regulados como las telecomunicaciones o energía.


- Las empresas norteamericanas se encuentran en una situación diametralmente opuesta a las españolas. Más del 10% de su capitalización y el 26% de sus recursos propios se encuentra en caja (cálculos sin considerar el sector financiero). A modo de ejemplo, el beneficio neto de un año de EXXON ($35.000 millones) supera la capitalización de REPSOL (€22.500 millones).


- Una parte considerable de la liquidez de las empresas americanas se sitúa en sus filiales en el extranjero, debido a la existencia de un impuesto por repatriación de beneficios. Por tanto, el incentivo a realizar operaciones fuera de EE.UU., si existen operaciones atractivas, es elevado.


La existencia de interés por invertir en empresas españolas por parte de multinacionales es una buena noticia para nuestra economía. El cambio de manos de paquetes accionariales de las principales empresas españolas, sobre todo los actualmente en poder de los bancos, es más que probable. No obstante, de materializarse la toma de control por parte de empresas extranjeras de nuestras principales compañías, se produciría un desplazamiento de los centros de decisión fuera de nuestras fronteras. Dicha eventualidad no sería positiva, como lo demuestran experiencias muy recientes. Cuanto más nos acerquemos hacia el fin de la crisis, y el inicio de la recuperación de la economía, más ruido habrá sobre operaciones corporativas. La noticia protagoniza por ATT no será la última de este tipo.





Director General de Renta 4 Banco 

lunes, 17 de junio de 2013

¿Invertir en empresas con alta rentabilidad por dividendo?


Cuando decidimos invertir en acciones uno de los principales argumentos que utilizamos en nuestra selección es la rentabilidad por dividendo que nos ofrece la compañía frente a las demás, sin embargo, atender únicamente a este concepto podría llevarnos a engaño.

En un entorno en el que cada vez está tomando más peso el concepto "desapalancamiento" tanto a nivel de Estados, CCAA, familias y empresas; nos parece inverosímil ver como muchas compañías continúan pagando dividendo a pesar de no generar suficiente caja con su negocio. 

¿Cómo pueden hacer esto? La respuesta es bastante simple, aumentando su nivel de endeudamiento, es decir, la compañía prefiere pedir prestado al banco, bonistas, acreedores, para continuar manteniendo su política de dividendos. ¿Y esto es positivo para la compañía o es positivo para determinados accionistas?. Al gestionar una empresa la teoría nos dice que debería prevalecer la búsqueda de valor, para ello si la compañía no genera suficiente caja, lo primero debería ser la supresión del dividendo. No incurriendo en un aumento de endeudamiento innecesario que empeore el balance de la compañía, seguido de una serie de medidas tanto de recorte de gastos, nuevas búsquedas de negocio,... 

Incluso, hay compañías excesivamente apalancadas que, pese a generar caja, no la reutilizan en disminuir su endeudamiento, sino que una vez más reparten parte de dicha caja entre sus accionistas.







Llegados a este punto, creemos que el criterio de seleccionar empresas con un elevado nivel de rentabilidad por dividendo es útil, pero siempre debe ir unido a una análisis más profundo de las compañías, en el que es primordial saber si dicho dividendo está sostenido por la caja que genera la compañía o por un aumento de su nivel de deuda, ya que esto nos podría también dar una pista de cuan sostenible será en un futuro próximo. 

Por lo tanto, antes de nada, el primera paso debe ser mirar el nivel de apalancamiento con el que cuenta la empresa en la que tenemos intención de invertir (preferiblemente <3x aunque depende de en qué sector nos movamos), posteriormente e igualmente importante revisar si la compañía una vez abonado el dividendo es capaz de generar caja suficiente como para llevar a cabo las inversiones necesarias e ir repagando su deuda. De esta manera nos cercioramos que tanto la compañía en la que invertimos como su dividendo, es sostenible en el medio plazo.


En Renta 4 Gestora, ofrecemos un fondo de inversión cuya política de inversión se centra en todos estos criterios: Renta 4 Cartera Selección Dividendo FI.

Renta 4 Cartera Selección Dividendo FI es un fondo que nació con una estricta vocación de inversión y no especulación, en empresas que tengan una política generosa de retribución al accionista y que tengan valoraciones razonables a nivel fundamental. Es un producto especialmente dedicado a aquellos inversores que han tomado la determinación de tener una parte de sus activos invertidos en renta variable, ya que el compromiso del fondo es el de mantener al menos un 50% de sus activos invertidos de manera recurrente en valores cotizados. 

Los objetivos mencionados se conjugan con una estricta búsqueda de preservación del capital. Para el equipo gestor, preservar el capital no se basa tanto en la disminución de la volatilidad del valor liquidativo de la cartera, como en la configuración de una cartera de valores con una alta recurrencia en la generación de beneficios y que éste sea repartido entre sus accionistas en línea con la generación de caja de la empresa. De este modo los partícipes del fondo observan que las compañías en las que el fondo está invertido nos devuelven año tras año una parte importante de la inversión que hemos realizado.

El proceso de inversión se resume en el siguiente esquema:






Y el resultado comparativo con su índice de referencia arroja buenas cifras, tanto a nivel de volatilidad/riesgo, como de rentabilidad/retorno, como se observa en el siguiente gráfico:








Gestor de fondos de Renta 4 Banco 

El gráfico semanal: dólar


El bund alemán, al que dedicábamos nuestro Gráfico de la semana pasada, por su simbolismo como referencia de los bonos soberanos, bajó ligeramente hasta los 142 puntos al inicio de la semana, pero remontó posiciones para cerrar a 143,73 al cierre del viernes, acreditando así de nuevo su característica como activo "refugio" en medio de turbulencias. Característica que era precisamente la que nos movía a apostar por el bund recomendando comprarlo aprovechando posibles caídas. Seguimos pensando que en los próximos meses es bastante probable que veamos de nuevo situaciones de incertidumbre, por lo que comprar el bund alemán aprovechando caídas que aproximen su precio a los 140 puntos nos parece una buena idea.

Hoy vamos a fijarnos en otro de los tradicionales activos refugio, el dólar estadounidense. El Gráfico que adjuntamos muestra claramente como hace un año, en plena turbulencia de los países periféricos de la zona euro, sobre todo de España e Italia, el dólar mostraba una gran fortaleza frente al euro, llegando casi en julio pasado a niveles de 1,20 dólares por euro. La promesa de Draghi a fin de julio de apoyar al euro y el anuncio por el BCE el 6 de septiembre de su famoso programa de compra de bonos periféricos en el mercado secundario (OMT) dieron un vuelco a la situación de desconfianza sobre el euro, que inició una subida prolongada desde agosto, llegando a aproximarse al nivel 1,40 a fin de enero.

En febrero y marzo, sin embargo, el dólar recuperó fuerzas, hasta llegar a los 1,27 dólares por euro, al calor del buen comportamiento de la economía norteamericana y de una posible finalización anticipada de la llamada QE3 de la Reserva Federal, a la vez que se complicaba la situación de la zona euro tras las elecciones italianas, el rescate de Chipre, y el mal dato del déficit público de 2012 en España.

Pero de nuevo a partir de abril el dólar empezó a perder posiciones frente al euro, debilidad que se ha agravado en los últimos días y, en ello, a nuestro juicio, puede tener mucho que ver la agresiva y discutible decisión del Banco de Japón del 4 de abril cuyo objetivo es inundar el mundo de yenes, para facilitar las exportaciones niponas por la vía de la devaluación del yen. Las ondas expansivas y las derivadas últimas de esa decisión del nuevo Gobernador del Banco Central japonés, Kuroda, tardarán en verse con claridad, pero hoy, solo dos meses después, es ya muy claro que el primer resultado de esa decisión es haber creado un gigantesco desorden en los mercados de activos. Primero fue el desplome del oro en abril, luego el sube y baja del Nikkei en mayo y ahora el turno le ha llegado al yen y por derivación a las restantes divisas. A la vez que se tambalean las Bolsas y las divisas emergentes.

A nuestro juicio hay que leer la reciente debilidad del dólar frente al euro en función de esas ondas expansivas de la discutible decisión de Japón de apartarse completamente de la ortodoxia monetaria. Es probable que quienes hace dos meses compraron activos en dólares para aprovechar el carry y de paso especular contra el yen estén ahora deshaciendo posiciones de forma nerviosa ante la súbita e inesperada subida del yen. O tal vez sea otro el mecanismo que, en conexión con lo que está sucediendo en las divisas emergentes, impulsa al dólar a caer. En cualquier caso todo indica que es un mecanismo alejado de los fundamentales y derivado de la nueva alquimia monetaria que pretenden algunos Bancos Centrales.

Seguimos pensando que la tendencia de fondo del dólar frente al euro es alcista, por lo que aprovecharíamos la fase actual de debilidad para tomar posiciones compradoras sobre el dólar, vendiendo futuros euro/dólar a partir de estos niveles cercanos a 1,35 dólares por euro.

Le recordamos que en nuestra página web puede usted comprar y vender la más amplia gama de valores, índices y derivados nacionales e internacionales, en las mejores condiciones y en tiempo real, en los principales mercados del mundo.
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GRÁFICO DE LOS FUTUROS DEL EURO/DÓLAR EL ÚLTIMO AÑO








Por Renta 4 Banco 

Momento crítico para la FED y para las políticas monetarias no convencionales


Tal y como decíamos la semana pasada, lo que está sucediendo en Japón, tras la decisión de Kuroda del pasado 4 de abril, que supuso un salto cualitativo en las políticas de expansión monetaria, ha tenido y seguirá teniendo un claro efecto en la economía y en los mercados globales

Las subidas de precios en abril y primeras semanas de mayo de casi todas las categorías de activos no se explican sin tener en cuenta la inundación de liquidez financiera que ha provocado el Banco de Japón, y de igual forma las correcciones que estamos viendo estas dos últimas semanas en casi todos los mercados tienen, a nuestro juicio, su origen en la sesión japonesa del jueves 23 de mayo en la que el Nikkei cayó un 7,3% rompiendo de forma brusca el espejismo creado por Kuroda. A partir de ahí el Nikkei ha caído más de un 20%, con varias sesiones muy convulsas, la última la del jueves pasado, cuando perdió un 6,2% en el día.

Las turbulencias del Nikkei han contagiado al resto de los mercados y esta segunda semana de junio todas las Bolsas importantes han bajado. El S&P ha tenido una caída semanal del 1%, el Dow Jones, el Eurostoxx 50 del 2%, el Dax del 1,5%, las Bolsas coreana y china han caído en torno al 2%. Pero los movimientos de los mercados van mucho más allá de las Bolsas y nos hacen preguntarnos si estas correcciones de mayo y junio son solo una recogida de beneficios pasajera o si van a ir más lejos. Hemos visto una seria caída de las divisas y de los bonos y las Bolsas emergentes, un desplome muy rápido del Nikkei, una subida generalizada de los tipos de los bonos soberanos de largo plazo, incluido el T bond americano, y, en los últimos días, una súbita debilidad del dólar frente a casi todas las restantes divisas. Por no hablar de la volatilidad del oro a partir de abril.

Poner todo lo anterior en un cóctel y tratar de sacar conclusiones no es fácil, ya que algunos de esos movimientos son contradictorios entre sí. La única conclusión es que los movimientos de la FED con su QE3 y sobre todo del Banco de Japón con su bomba monetaria del pasado 4 de abril, han logrado desordenar a los mercados. El desorden empezó cuando los tipos de los bonos japoneses a diez años subieron bruscamente en la tercera semana de mayo, frente a la promesa de Kuroda de que iban a bajar, y continuó con el desplome del Nikkei, frente a la idea original de que la agresiva inyección monetaria lo haría subir. La manifestación última del desorden ha sido la subida del yen de la última semana, siendo así que el objetivo del Banco de Japón era que bajase. 

Como decíamos, ese desorden en Japón ha contaminado a los restantes mercados tanto de acciones como de bonos. El problema es que las subidas de los bonos afectan mucho a los balances bancarios, unos balances llenos de bonos soberanos, y la pregunta más inquietante es hasta dónde van a aguantar los balances bancarios si los tipos siguen subiendo.

A partir de aquí, y una vez que se ha creado un cierto escepticismo respecto a la eficacia de sus políticas radicales, los Bancos Centrales se enfrentan a un dilema que no es fácil. Por un lado, una respuesta normal sería la de insistir en sus políticas no convencionales de expansión monetaria, bajo el argumento de que si hasta ahora no han tenido efecto es porque no se ha persistido lo suficiente. Una segunda alternativa sería la de empezar a retirarse de esas políticas, ante los efectos secundarios que están creando en los mercados financieros. Esa retirada, si se produjese, no puede ser brusca, porque crearía un gran pánico en los mercados, como ya advirtió Warren Buffet hace más o menos un mes en la Junta de Accionistas de Berkshire Hathaway. Pero incluso una retirada gradual y ordenada conlleva muchos riesgos, ya que los mercados y la economía en general se han vuelto adictos a la medicina monetaria de los Bancos Centrales.

Si tuviésemos que apostar por algo, nos inclinaríamos por la primera opción, es decir, los Bancos Centrales van a prorrogar e incluso intensificar sus políticas no convencionales de compra de activos. Esta semana vamos a tener ocasión de comprobarlo en el comunicado de Bernanke que seguirá a la reunión de la FED del martes y miércoles. Efectivamente, tras una segunda semana de junio en la que todas las Bolsas importantes han caído, sin excepción, y en la que han aumentado los temores de un fracaso prematuro del modelo adoptado por el Banco de Japón, lo que cabe esperar es que Bernanke trate de calmar a los mercados y que lo haga mejor que en su última comparecencia del 22 de mayo pasado, que muchos interpretaron como un mensaje de retirada próxima de los estímulos por parte de la FED.

Si Bernanke desea calmar esta vez a los mercados y tiene éxito, habrá un respiro transitorio en las Bolsas, pero la cuestión principal, más allá de ese eventual respiro, sigue siendo si estas agresivas políticas monetarias de la FED y el Banco de Japón van a conseguir impulsar el crecimiento de verdad. Si no lo hacen, tan solo crearán pequeñas burbujas, o tal vez grandes burbujas, y los problemas vendrán más adelante y serán mayores, dando lugar a auténticos terremotos en los mercados financieros globales.

Nadie sabe con certeza si lo que hemos visto en el final de mayo y el principio de junio es una avanzadilla de algo mucho más grande que podría venir, pero lo prudente es tomar coberturas por si viene, y cambiar el enfoque excesivamente complaciente frente al riesgo de los primeros meses de 2013. Hay riesgo, como ya hemos visto en el Nikkei, y el riesgo puede ser mayor que el de una corrección de un 10%.

En la zona euro la preocupación se ha centrado estos días en la posición que adoptará el Tribunal Constitucional alemán sobre la política monetaria del BCE. No es un tema inmediato, pero vuelve a poner encima de la mesa la enorme complejidad política que subyace a la unión monetaria europea, y de alguna manera confirma que el modelo de los futuros rescates pasa, como ya ha sucedido en Chipre, por la reestructuración de las deudas nacionales, incluidas la soberana y la bancaria.

En definitiva, al final, con o sin expansiones monetarias cuantitativas, hay algo que tiene que suceder y que va a suceder, que es el reconocimiento de que una parte de la enorme deuda acumulada en las economías desarrolladas es, sencillamente, impagable en términos reales, y por tanto hay que reestructurarla. El margen de maniobra se reduce a ordenar lo mejor que se pueda esa reestructuración, para evitar que sea caótica. 

El viernes 21 hay vencimiento trimestral de opciones y futuros, lo cual siempre mueve a los mercados. Nuestra idea básica es que van a vencer en niveles no muy alejados de los de cierre del pasado viernes, lo que no quiere decir que durante la semana no haya movimientos, provocados tanto por el ya mencionado comunicado de la FED del miércoles como por los importantes datos económicos que se publican a lo largo de estos días .

Tras los avisos de las últimas semanas, seguimos recomendando, más que nunca, trabajar con posiciones cubiertas, haciendo uso del mercado de opciones. De esta forma podemos mantener una cierta exposición a los mercados pero limitando los riesgos, aunque ello tenga un cierto coste.






Por
Presidente de Renta 4 Banco 

martes, 11 de junio de 2013

Ojo, las bolsas ya no están tan baratas


La renta variable global ha subido un 30% desde mínimos de 2011 y los índices están entrando en nuevos territorios de máximos en los índices estadounidenses, suizos, ingleses y alemanes. Sin embargo, durante este periodo, el comportamiento de los beneficios empresariales no ha crecido al ritmo de las revalorizaciones bursátiles. El crecimiento de los beneficios ha sido plano. 

Hemos asistido a una reversión de las valoraciones de las bolsas a las medias históricas. En los mínimos de 2011 las valoraciones presentaban un descuento del 30% frente a las valoraciones históricas de la renta variable, lo que significa que las empresas cotizadas se han encarecido un 30% hasta estar valoradas actualmente como suelen ser valoradas las acciones históricamente.

Sin embargo, los activos de renta fija se encuentran en valoraciones históricamente muy caras. Los bonos soberanos a 10 años de los países considerados más seguros (Alemania, EEUU, Suiza, Japón, Reino Unido) proporcionan un retorno de entre el 1% y el 2%. Insisto, a 10 años.







La renta variable sí que está barata en términos relativos con los activos de renta fija. Si los medimos en relación a los bonos soberanos, la renta variable tiene una rentabilidad por dividendo del 3%-4%, mientras que la deuda a 10 años de los bonos soberanos están entre el 1%-2%. Pero lo que es más llamativo es que la rentabilidad de los bonos corporativos se encuentra entre 2%-3%.






Es decir, la rentabilidad por dividendo de las empresas, que es menor que el flujo de caja que generan, es superior a su coste de financiación. Las empresas deberían estar emitiendo deuda como locos para financiarse a largo plazo a los tipos más bajos de la historia. Emplear ese dinero en obtener mayores retornos, no parece muy difícil. Solo con invertirlo en recomprar sus propias acciones obtendrían mayores retornos.






Es imprescindible que las empresas hagan crecer su beneficio para que la renta variable a partir de estos niveles siga obteniendo rentabilidades de doble dígito. Sinceramente, creo que las compañías a poco que pongan en funcionamiento el capital, podrán obtener decentes retornos y por ende, incrementar el beneficio que justifique mayores niveles de los índices de renta variable, eso sí, si las empresas no logran el objetivo de crecimiento del los beneficios esperados, la renta variable podemos considerar, que está correctamente valorada a estos niveles y que el potencial es claramente menor.


Gestor de fondos de Renta 4 Banco

lunes, 10 de junio de 2013

El gráfico semanal: bonos soberanos


Debemos iniciar este comentario semanal dando cuenta de algunos de los aciertos recientes, como nuestra previsión de un rebote sustancial de la libra frente al dólar realizada en nuestro Gráfico semanal del 25 de febrero, ya que la libra tuvo la semana pasada su mayor subida semanal frente al dólar de los últimos tres años, o el pronóstico que hacíamos en nuestro Gráfico del 27 de mayo de que el Nikkei tendría una caída fuerte adicional si rompía los 14.000 puntos, como así ha sido efectivamente.

La pasada semana nos referíamos al extraño movimiento del Dow Jones en las últimas horas de la sesión del viernes 31 de mayo, movimiento que, decíamos, podía ser el preludio de una ruptura a la baja del nivel de los 15.000 puntos, por lo que recomendábamos vender futuros del Dow o, de forma más conservadora, comprar opciones put del Dow. La ruptura de los 15.000 puntos a la baja se produjo, efectivamente, en la sesión del jueves 6 de junio, pero esta vez el cierre de la sesión del viernes fue justo el contrario del de la anterior semana, con una subida de las Bolsas americanas en la segunda parte de la sesión, movidas al parecer por algunos comentarios del Fondo de Pensiones público japonés, el mayor del mundo, según los cuales va a reducir sus posiciones en bonos y comprar más acciones. En cualquier caso, seguimos recomendando comprar puts sobre el Dow e incluso, si se desea tomar mayor riesgo, vender futuros a estos niveles.

Pero precisamente el anuncio del Fondo de Pensiones japonés incide en lo que ha sido la gran novedad de mayo y de este inicio de junio. Nos referimos a la enorme caída de los precios de los bonos, o, lo que es lo mismo, al repunte de sus rentabilidades.

Hemos querido simbolizar esa caída en el bund alemán, que es considerado como el bono "seguro" por excelencia y, por tanto, la referencia sobre la que se articulan las "primas de riesgo" de todos los demás bonos. Como se ve en el gráfico, el precio de los futuros del bund ha caído desde 147,5 a principios de mayo a 143,2 que fue el precio de cierre del pasado viernes.

Lo curioso es que esta caída se ha producido menos de un mes después de que el Banco de Japón, por decisión de su gobernador Kuroda inspirado a su vez por el primer ministro Abe, iniciase su radical política de inyecciones monetarias, política que perseguía, entre otros objetivos, la caída de los tipos de interés de los bonos japoneses. Hubo ciertamente una caída inicial de los tipos de interés en abril, como se ve en la subida de precios del bund en dicho mes, pero el movimiento es el contrario desde que empezó mayo, lo que ha llevado al mayor gestor de bonos del mundo, Bill Gross, a pronosticar el fin del mercado alcista de los bonos que se ha prolongado durante tres décadas.

La pregunta es si las decisiones radicales de Kuroda van a producir, paradójicamente, un "sell off" o desplome del precio de los bonos a nivel global. En nuestra opinión, el recorte que ya se ha producido en mayo y en la primera semana de junio puede tener todavía alguna continuidad en las próximas semanas, y podemos ver algunas caídas adicionales, pero de momento no vemos que se den las condiciones de fondo para un desplome inmediato. Más adelante, si se constata el fracaso definitivo de las políticas de Kuroda y de Abe, puede haber de verdad un desplome en los bonos japoneses, y un ajuste muy serio en los bonos americanos (T bond). Esto se trasladaría a Europa de forma diversa, ya que se verían más castigados los bonos de las economías con mayor desajuste en sus cuentas públicas, entre ellas, lamentablemente, la nuestra.

En este eventual contexto de grandes turbulencias, el bund alemán seguiría siendo un activo refugio, por lo que, tal y como lo hacíamos en nuestro Gráfico semanal de 22 de abril de 2013, seguimos recomendando tomar posiciones en futuros del bund a medida que los precios se acerquen a los 140 puntos, que han sido, como se ve en el Gráfico, los mínimos de este año 2013.

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GRÁFICO DEL FUTURO DEL BUND EL ÚLTIMO AÑO









Por Renta 4 Banco