Si tuviésemos que resumir en una sola idea las muchas y muy interesantes cosas
que han pasado en la tercera semana de abril, esa idea es que la preocupación
por el crecimiento económico ha vuelto al centro de la escena.
Esa preocupación permite explicar los movimientos que hemos visto en los
mercados esta pasada semana, incluido el extraordinario movimiento del
oro y de otras materias primas. Un mensaje un
tanto inquietante si la esperanza es, tras cinco años de crisis, que vuelva
cuanto antes el crecimiento.
La semana empezó con el anuncio de
China de que su PIB ha crecido un 7,7% en el
primer trimestre, por debajo del 8% al que apuntaban las previsiones. El mismo
lunes, tras esa noticia, el oro continuó su desplome y cayó casi un 10% en la
sesión, tras una caída del 5% el viernes previo, dando así lugar al mayor
descenso diario del oro en tres décadas y poniendo al hasta hace poco
valor refugio por excelencia en situación técnica de
mercado "bajista", al romper a la baja el nivel de un 20% desde
máximos. El martes el FMI reflejaba, en su informe de
primavera, los problemas de la zona euro para volver al crecimiento, en un mundo
de tres velocidades, y ponía especial énfasis en la necesidad de mayores
reformas en algunas economías como la española. El FMI se
alejaba así del discurso "oficial" de los líderes de la zona euro, según el cual
estaríamos ya a punto de la reactivación económica de la zona.
El miércoles el presidente del Bundesbank, Jens Weidman, fue
aún más allá que el FMI al afirmar que el estancamiento
económico de la zona euro podría prolongarse durante una década.
¿Cuál es
la línea directriz de todo lo anterior? Al final, cuatro años después de la
famosa reunión del G20 de abril de 2009, lo que vemos es que la
vuelta al crecimiento económico global se va posponiendo cada
trimestre y que las políticas practicadas, si bien han tenido el efecto de
evitar una espiral depresiva al estilo de los años treinta del
pasado siglo, no terminan de dar un impulso duradero y sostenible a la
economía.
Es interesante centrarnos en el oro y tratar de entender su
comportamiento. Tras la quiebra de Lehman y tras las
políticas monetarias y fiscales
expansivas adoptadas por todos los países, el oro, que ya había
doblado su precio en los cinco años anteriores, inició una subida que llevó el
precio de la onza, casi sin respiro, desde los niveles de
700/800 dólares al nivel máximo histórico de todos los tiempos,
por encima de 1.900 dólares la onza, de agosto y septiembre de 2011. La idea de
que las políticas monetarias y fiscales expansivas iban a conseguir su objetivo
de reactivar la economía y, por eso mismo, iban a generar inflación, volvió así
a duplicar el precio del oro en poco más de dos años, desde abril de 2009 hasta
agosto de 2011.
Desde entonces el oro ha perdido casi un 25% de su valor,
y, lo que es más importante, sus caídas recientes coinciden justamente con los
anuncios de los Bancos Centrales anunciando medidas de
expansión de la base monetaria nunca antes vistas, lo cual en
la lógica anterior debería haber hecho subir fuertemente al oro. No ha sido así,
más bien la última corrección del oro empieza a partir de
octubre, desde el nivel de 1.800 dólares la onza, coincidiendo casi con el
anuncio de la QE3 de Bernanke, y el reciente
"desplome" desde 1.600 dólares hasta 1.350 ha tenido lugar justo tras las
extraordinarias medidas expansivas de Kuroda, que algunos
llaman la "QE infinita".
Esta reacción de los inversores
parece un poco absurda, salvo que ahora los inversores piensen que los Bancos
Centrales, a pesar de sus espectaculares medidas, no van a conseguir crear
inflación. Si esto es así, lo que sucede es que hay una
percepción extremadamente negativa sobre el crecimiento futuro.
Como
antes decíamos, esta es una conclusión bastante inquietante, pero es la que
explica, a la vez, la nueva oleada de dinero que ha ido a los bonos, poniendo el
tipo del bund al 1,25%, el del T bond
americano al 1,7% y el del bono japonés a diez años en el 0,6%,
y es también la que explica que el Dax alemán
haya recortado nada más y nada menos que un 3,7% la pasada semana, acumulando ya
un descenso del 5,7% en cuatro semanas. El Dax es un termómetro
de las expectativas de crecimiento global, ya que sus grandes empresas venden en
los mercados globales. A la vez, las caídas semanales de más del 2% en las tres
Bolsas americanas (S&P
500, Dow Jones y Nasdaq) también estarían
reflejando ese temor de desaceleración global. Finalmente
algunas grandes compañías mineras y de recursos básicos y algunas materias
primas tan importantes como el cobre o el
petróleo también han corregido fuertemente en la
semana.
Es decir, no solo el oro, sino todas las materias primas, así
como los mercados de bonos, sobre todo el Bund y el T bond, y las propias Bolsas,
aunque estas últimas de forma más matizada, podrían estar poniendo en duda la
efectividad de las nuevas macro inyecciones de
los Bancos Centrales, incluida la reciente "gran apuesta" japonesa. Lo que los
mercados de activos estarían descontando, más bien, es una larga "L" en lugar de
una "U". Esta lectura reconoce a los Bancos Centrales el éxito de parar la
espiral deflacionaria y depresiva, evitando otro escalón hacia
abajo, pero ahí se acaba todo.
Es muy pronto aún para sacar conclusiones,
y debemos esperar a ver como se comportan el oro, las
materias primas y la Bolsa en las próximas
semanas y meses. El oro pareció estabilizarse al final de la semana pasada, al
volver el futuro al nivel de los 1.400 dólares la onza, y las
Bolsas también cerraron en la sesión del viernes con mejor tono
que en las dos jornadas previas. Hay que esperar, por tanto. Pero ya hemos visto
en el oro como una corrección más o menos suave se puede convertir de forma
súbita en una corrección desordenada, generando pánicos
vendedores.
La gran pregunta en las Bolsas sigue siendo si el Nikkei y, sobre todo, el S&P, van a
corregir de verdad o no. Las Bolsas europeas, incluido ahora el
Dax tras las últimas caídas, han tenido ya recortes de un diez por ciento o más
desde máximos y están en pérdidas en lo que va de año. Sin embargo, el Nikkei
sube un 28%, el S&P un 9% y el Dow un 11%. La duda es si podemos ver en
algún momento correcciones súbitas en los grandes índices que más han subido,
como el Nikkei, el S&P o el
Dow tal y como las hemos visto en el oro, al que algunos
analistas han denominado "el canario en la mina", insinuando que puede estar
anticipando los riesgos de otros mercados cuyas alzas se han hecho también sobre
la base de un escaso volumen y de un dinero muy poco sólido, en parte procedente
de las inyecciones de los Bancos Centrales.
Los resultados
empresariales pueden ser determinantes para que esa corrección mayor se
produzca o no. Hasta ahora han publicado un quinto de las empresas del S&P y
dos tercios han batido las estimaciones de beneficio de los
analistas, peor sin embargo un 57% han estado por debajo de las
estimaciones de ventas, lo cual muestra la debilidad de la
demanda y alimenta aún más los temores sobre el crecimiento que
mencionábamos al principio.
Esta semana publican resultados numerosísimas
empresas importantes, como AT&T, Apple, Procter&Gamble, Amazon, 3M, Exxon, y en Europa, Philips, Basf, Total, Iberdrola, Santander y BBVA, entre otras muchas.
La lectura de esos
resultados, las cifras de ventas y las perspectivas de
futuro que den las compañías, son esenciales para ver hasta que punto
los temores sobre el crecimiento que reflejan el oro, los bonos y el Dax pueden
afectar también a Bolsas como la japonesa o las americanas, que disfrutan en
mucha mayor medida que las europeas del escudo protector de sus Bancos Centrales
y que hasta ahora se han quedado al margen de correcciones importantes que, sin
embargo, sí se han producido en otras Bolsas.
Las
coberturas que proponíamos la semana pasada han funcionado muy
bien y, de momento, las mantendríamos.
Presidente de Renta 4 Banco
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