El temor causado por lo acontecido en Chipre es entendible,
pero en absoluto debería llevar a considerar los depósitos ahora menos seguros
que antes.
Conviene hacer un poco de historia sobre la
garantía de los depósitos en España. Hasta
hace apenas tres años, la garantía de los depósitos sólo alcanzaba los 20.000 €
por titular y entidad. De hecho, han sido
varias las ocasiones en las que los depositantes de bancos españoles han perdido
parte de sus ahorros (a modo de ejemplo: Banco Europeo de Finanzas y Bank of
Credit and Commerce, ambos en 1991). En el rescate a Banesto en
1993, pese al coste de saneamiento de 1.168 millones de euros, los depositantes
no sufrieron ninguna pérdida.
Tras la quiebra de Lehman
Brothers en septiembre de 2008, algunos gobiernos europeos como el
irlandés, se liaron la manta a la cabeza y garantizaron por Ley el 100% de los
depósitos bancarios. Alemania, tras criticar
enérgicamente la medida irlandesa, optó por la misma solución, siguiéndole
Dinamarca inmediatamente después. En ese momento era
prioritario evitar un pánico bancario generalizado, aunque para ello se adoptara
una medida que no deja de ser un "brindis al sol": dar garantía
estatal al 100% de los depósitos de un país.
Trascurridos unos
meses, se aprobó una directiva europea que incrementaba la
garantía de los depósitos hasta los 100.000 €. Dicha directiva se implementó en
España a través de un Real Decreto Ley de mayo de 2010. En definitiva, en España
hasta hace apenas tres años, la cantidad cubierta por el Fondo de
Garantía de Depósitos apenas alcanzaba los 20.000 € por titular y
entidad, mientras que actualmente dicha cobertura legal se ha quintuplicado.
Legalmente NUNCA han estado garantizados el 100% de los depósitos, porque no
existe garante con capacidad suficiente para hacerlo. Los depósitos en el
sistema financiero español ascienden a 1,48 billones de euros,
el 140% del PIB.
Que no estén garantizados por ley el
100% de los depósitos no quiere decir que tengan más riesgo que
otro tipo de ahorro o de inversiones.
Afortunadamente España solicitó el rescate bancario a
Europa en mayo de 2012, acordándose una línea de
crédito de hasta 100.000 millones de euros, de los que hasta ahora se
han utilizado algo más de 40.000 millones. Las condiciones de dicha ayuda
quedaron recogidas en un contrato (MoU) que, entre otras cosas,
marcaba claramente cómo se distribuirían las pérdidas "presuntas" que afloraran
en los test de estrés realizados a la banca. Las entidades
españolas, a diferencia de las del resto de Europa, han tenido que adelantar en
sus cuentas de resultados las pérdidas estimadas que se podrían
producir en tres años, de acuerdo con los criterio marcados por los test de
estrés.
Así, los accionistas de algunas entidades han
sufrido enormes pérdidas, sirva el ejemplo de Bankia, y los
bonistas subordinados, incluyendo las
preferentes, también han tenido que padecer pérdidas
significativas. Por el contrario, tal y como se recogía en el MoU, tanto los
depositantes como los bonistas senior quedaban
al margen de las quitas.
Los balances son fotos fijas de
la situación de las entidades en un momento determinado del tiempo. Pese al
ajuste y reestructuración llevados a cabo en las entidades financieras pudiera
no ser suficiente para alguna entidad en concreto si la situación económica se
deteriora aún más de lo previsto y durante mucho más tiempo. De ahí, a
generalizar que los depósitos no son seguros va un abismo.
En la
situación actual, deberían estar más preocupados los depositantes de un elevado
número de bancos franceses, alemanes o italianos, que los
depositantes de la mayoría de los bancos españoles. Ellos no han realizado los
test de estrés de la banca española, ni tienen firmado un MoU en el que se deja
al margen a los depositantes.
El modelo de rescate
chipriota ha puesto de manifiesto que vía impuestos ningún activo está
a salvo de sufrir quitas mediante la instauración de tasas o
impuestos totalmente arbitrarios, ya sean estos
depósitos, bonos, fondos, acciones, inmuebles
o cuentas radicadas en el extranjero.
El elixir de la
eterna juventud no existe, la seguridad total en las
inversiones, incluidos los depósitos tampoco. Ello no debe llevar a temer por
los depósitos, más que por otro tipo de activos o de ahorro. Los depósitos en
España están tan seguros como cualquier otro activo financiero, y mucho más que
hace apenas tres años.
Director General de Renta 4 Banco
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