Los bancos centrales han sido fundamentales para evitar que la actual
crisis financiera se convirtiera en una depresión comparable a
la de los años ´30. Su actuación tras la quiebra de
Lehman en 2008 debe ser reconocida y valorada.
No
obstante, a partir del verano de 2012 los bancos centrales
pretenden asumir el papel de garante del euro, en el caso del BCE, y de
generadores de crecimiento en el caso de la Reserva Federal y el Banco
de Japón.
En julio de 2012 Draghi convirtió al
BCE en el guardián y salvador del euro: "el BCE hará todo lo que sea necesario
para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". En septiembre, menos de dos
meses después, el BCE aprobó el programa OMT mediante el cual
podría comprar bonos del país que lo necesite por cuantía ilimitada y por tiempo
indefinido. Transcurrido un año desde la aprobación de dicha medida es innegable
que las primas de riesgo de los países
periféricos se han reducido significativamente y las dudas sobre la
irreversibilidad del euro han desaparecido.
Por su parte, la
Reserva Federal aprobó en octubre del pasado ejercicio una
nueva ronda de inyección de liquidez (QE3). A diferencia de los
programas anteriores que tenían prefijado principio, fin y cuantía máxima, el
QE3 implica un aumento indefinido del balance de la FED en $85
mil millones mensuales hasta que el desempleo no baje del 6,5%.
En el
caso de Japón, su banco central anunció en enero de este mismo año su intención
de doblar la masa monetaria con el objetivo de lograr
inflación y crecimiento.
Lo que subyace
en la actuación de los bancos centrales es una tesis consistente en considerar
que tipos de interés artificialmente bajos conjuntamente con la
inyección de cantidades ingentes de liquidez provocarán que los inversores
asuman riesgos y se fomente la inversión. Como consecuencia subirá el precio de
los activos generando efecto riqueza provocando, a su vez, un incremento del
consumo. De esta forma se logra la reactivación de la economía.
Dicho de otro modo: la subida de los mercados financieros
producirá el crecimiento económico, y no a la inversa. Está por ver que sea
así.
El incremento de valoración de los mercados financieros desde julio
del pasado año pone de manifiesto que el efecto beneficioso sobre las
cotizaciones se ha producido, con subidas del 70% en el
S&P, del 58% en el IBEX, o del 44% en el
Eurostoxx. Pese a dichas revalorizaciones, el crecimiento
económico sigue siendo escaso, aunque Europa haya abandonado la
recesión. En el caso de EE.UU. el mero anuncio en mayo de una
futura reducción del ritmo de inyección mensual de liquidez motivó una subida de
los tipos hipotecarios de casi el 35% (del 3,4% al 4,6%),
poniendo en peligro uno de los motores del crecimiento.
El propio
Banco Internacional de Pagos (BIS), conocido como el Banco
Central de los Bancos centrales ya manifestó en junio de este mismo año los
efectos limitados de la actuación de los bancos centrales sobre el crecimiento.
En su opinión, la actuación de los bancos centrales sólo permite ganar tiempo
para que los gobiernos lleven a cabo las reformas necesarias que permitan volver
al crecimiento y desapalancar la economía.
Los riesgos de la sobre
actuación de los bancos centrales son evidentes. La inflación aparecerá tarde o
temprano. Hasta que esto suceda, la asignación de activos se ve
distorsionada por la ingente cantidad de liquidez.
Adicionalmente, y como ha quedado demostrado desde el inicio de la crisis, los
gobiernos sólo embridan el gasto público cuando se ven ante una
situación de estrés. Al subsidiar los tipos de interés e inyectar cantidades
enormes de liquidez, se incentiva la permanencia de gastos públicos elevados y
aumentos incesantes de los niveles de deuda.
Las bolsas y los
mercados de renta fija descuentan, a los precios actuales, un escenario
muy prolongado de tipos de interés bajos, mayor liquidez aportada por los bancos
centrales y, además, una vuelta a tasas de crecimiento apreciable. Algo no
cuadra. Si la economía crece suficientemente subirán los tipos de interés y se
drenará liquidez. En caso contrario, si la economía no crece y las bolsas siguen
subiendo el peligro de burbuja es evidente.
De momento toca disfrutar de
este periodo de complacencia y bolsas al alza. El tiempo dirá.
Director General de Renta 4 Banco
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