lunes, 1 de julio de 2013

¿Rebote o recaída?


Como era previsible, y como ya anticipábamos en nuestro comentario anterior, los Bancos Centrales han acudido de nuevo al rescate de los mercados. Ante las caídas de las Bolsas del lunes, que continuaban las de las dos semanas anteriores y amenazaban soportes críticos de los principales índices, varios miembros de la FED, y a la vez el presidente del BCE, Draghi, el nuevo Gobernador del Banco de Inglaterra, Carney, y el gobernador del Banco de Japón, Kuroda, se emplearon a fondo el martes y el miércoles para asegurar a los mercados que seguirá habiendo inyecciones de liquidez "as long as needed". Draghi el miércoles en Berlín dijo que el BCE esta "preparado para actuar" y el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard aseguro el miércoles que los Bancos Centrales serán extremadamente cuidadosos en la retirada de liquidez.

A la vez, en el otro foco de inestabilidad, China, el People's Bank of China se ocupó el martes de dejar claro que la sangre no llegara al río y que habrá apoyos para el muy debilitado sector crediticio chino. Pese a que persistan las dudas sobre la verdadera situación de los balances bancarios y sobre la llamada "banca en la sombra".

De esta forma, los Bancos Centrales se han ocupado de tranquilizar a unos mercados que habían comenzado la semana mal, tras la publicación de un informe anual del Banco de Pagos de Basilea en el que se dice que las inyecciones de liquidez por los Bancos Centrales no solo son ineficaces para promover el crecimiento económico, sino que además crean efectos nocivos para la economía, entre otras cosas porque desincentivan a los Gobiernos para hacer las necesarias reformas y ajustes.

La salida en tromba de varios banqueros centrales asegurando que las aguas volverán a su cauce ha tenido efecto y al final de la semana las Bolsas, salvo la de Shanghai, arrojan subidas. El Dax y el Eurostoxx han subido el 2% en la semana, el Dow y el S&P algo menos del 1% y el Nikkei más del 3%.

Pero, tras estas subidas, la cuestión suscitada por el Banco de Pagos de Basilea (BIS) sigue ahí y nadie ha sido capaz de responderla. Lo que dice el BIS es simple: si continúan las inyecciones monetarias pero no se aborda una reforma en profundidad de la economía y del propio sector publico, al final el tratamiento monetario no va a funcionar y además va a provocar daños adicionales, que agravarán la situación de por sí mala que ha generado la crisis de la burbuja de deuda.

En Japón el primer ministro Shinzo Abe ha denominado a las reformas estructurales la "tercera flecha" de su política económica (la llamada "Abenomics") siendo las otras dos flechas las inyecciones monetarias del Banco de Japón y los programas de gasto público para estimular la demanda. El problema es que Abe no ha sido capaz, hasta ahora, de poner en marcha esa tercera flecha y ni siquiera ha sabido explicar cuáles van a ser las reformas, pese a que la tercera flecha es esencial para completar el circulo. Hay también una opinión según la cual Abe está esperando a las elecciones a la Cámara Alta del próximo mes de julio para poner en marcha la tercera flecha. Puede ser. Pero, sea así o no, lo único relevante es que sin tercera flecha el experimento monetario Japón, ese experimento al que Kuroda calificó el pasado 4 de abril como una "nueva dimensión" de la política monetaria, va a transformarse en un sonoro fracaso. La única duda es cuándo, pero no "si".

Dada la persistencia de todos los banqueros centrales en estas políticas y dado el esfuerzo enorme que han puesto esta última semana en asegurar que van a continuar las inyecciones de liquidez, es interesante plantearse, más allá de Japón, si de verdad esas políticas generan o no crecimiento sostenible. Esta semana pasada supimos, el miércoles, que el PIB norteamericano ha subido solo un 1,8% en el segundo trimestre, seis décimas menos que lo que inicialmente se había anunciado. La semana que viene conoceremos el informe de empleo de la economía norteamericana en junio, y veremos qué tal es, pero de momento sabemos que la FED solo ha conseguido bajar la tasa de paro dos décimas, del 7,8% al 7,6% y para ello ha gastado desde octubre pasado más de medio billón (trillion) de dólares.

A la vez vamos entendiendo, también, que retirar la liquidez inyectada no va a ser fácil, visto lo visto. Si con el solo anuncio de Bernanke ha cundido el pánico en los mercados y los banqueros centrales se han echado atrás, a pesar de que el S&P no había recortado más que un 5%, podemos preguntarnos qué pasará el día que de verdad se retire la liquidez extra. Y podemos también hacernos otra pregunta más inquietante: ¿qué pasaría si el Banco de Basilea tiene razón y al final se demuestra que las inyecciones monetarias son ineficaces y además nocivas para la economía?

Son preguntas difíciles, pero son las preguntas a las que de verdad hay que responder porque como el propio Draghi y como varios consejeros de la FED han dicho la pasada semana, las inyecciones de liquidez no son ni pueden ser ilimitadas en el tiempo, luego llegará el día en el que terminen, bien porque han cumplido su misión de reactivar la economía, bien porque no han funcionado.

Desde el punto de vista de los mercados, y ante una primera semana de julio en la que el dato más importante vendrá el viernes, con el informe de empleo americano de junio, la cuestión básica es si tras la pequeña "tormenta" vivida a raíz de las declaraciones de Bernanke del 12 de junio vamos a ver un rebote de los mercados o más bien una recaída que profundice en la corrección de las Bolsas, de los bonos y de los mercados emergentes.

Por un lado, y dado el deseo de los banqueros centrales de tranquilizar a los mercados, deberíamos pensar en un rebote. Sin embargo, el tono de los mercados el pasado viernes, en la sesión de cierre del mes y del semestre, crea ciertas dudas. Tras haber remontado con aparente fuerza el miércoles y el jueves, el viernes ni los bonos ni las acciones pudieron cerrar bien el mes. Vimos de nuevo al Dow Jones por debajo de los 15.000 puntos, al S&P por debajo de los 1.600, al Eurostoxx por debajo de los 2.600 y al Dax por debajo de los 8.000. Vimos también repuntes al alza en los tipos de los bonos, subiendo el del T bond otra vez al 2,5% y el del bund alemán al 1,73%. En materias primas la debilidad persistente del cobre sigue indicando poca confianza en una reactivación económica, y en cuanto al oro, el viernes tuvimos un nuevo ejemplo de su comportamiento desordenado ya que vimos un rango diario extraordinariamente amplio, entre 1.179 y 1.234 dólares la onza que fue el precio de cierre tras una remontada espectacular.

En esta situación es difícil hacer pronósticos. Hay argumentos para un rebote y argumentos para una continuidad en las caídas. A nuestro juicio la lección que nos deja junio es que queda un ajuste pendiente a la baja en los mercados de activos en general, un ajuste que los Bancos Centrales han tratado de evitar pero que no van a ser capaces de evitar. Tal vez ese ajuste se produzca en verano, o tal vez más adelante, dentro de unos meses. Por si acaso, nuestra recomendación sigue siendo trabajar con coberturas, coberturas que han vuelto a funcionar bien la pasada semana y que mantendríamos en este inicio de julio, hasta ver las cosas algo más claras.




Por
Presidente de Renta 4 Banco 

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