lunes, 12 de noviembre de 2012

A la espera de un plan claro


Tal y como apuntábamos en nuestro anterior comentario, los sorprendentes movimientos que se produjeron el viernes 2 de noviembre en las Bolsas americanas, en las divisas y en las materias primas, no eran sino un anticipo de turbulencias mayores, turbulencias que se han desatado en las Bolsas precisamente a partir del miércoles, tras la esperada victoria electoral de Obama.

Aunque se ha querido atribuir el giro bajista de las Bolsas a partir de medida sesión del miércoles a las palabras de Draghi anunciando que Alemania también empieza a padecer en sus propias carnes el deterioro económico de la zona euro, lo cierto es que la corrección de las Bolsas responde a causas más amplias. La referencia de Draghi a Alemania no explicaría las caídas generalizadas de las Bolsas asiáticas y americanas, ni explicaría que el mismo miércoles todos los grandes Bancos americanos, tanto comerciales como de inversión, sufriesen caídas del 5% o superiores en un solo día.

A nuestro juicio la corrección iniciada el miércoles, y que ha tenido como consecuencia caídas semanales en todas las grandes Bolsas (S&P -2,4%, Nikkei -3,2%, Shanghai -2,3%, Dax -2,7%, Ibex 35-4,2%) tiene mucho que ver con circunstancias que ya estaban ahí hace varias semanas, pero que han esperado al desenlace de las elecciones presidenciales americanas para pasar a primer plano.

La primera de esas circunstancias es la debilidad de fondo de la economía a nivel global. El proceso de desapalancamiento a cámara lenta en el que está y va a seguir estando inmersa la economía global en los próximos años pone techo a las subidas de las Bolsas. Datos aislados, como la sorprendentemente subida de la producción industrial china en octubre, no son suficientes para evitar la sensación de debilidad. La victoria de Obama supone, en este sentido, una continuidad en las políticas económicas de los últimos años, y supone, en definitiva, más QE3, más estímulo fiscal y más modelo "a la japonesa".

La segunda circunstancia es la situación de la euro zona, con España y Grecia como puntos calientes. Si Draghi fue quien generó el pasado verano grandes expectativas al anunciar una ilimitada intervención del BCE para salvar al euro, ahora ha sido también Draghi el encargado de enfriar los ánimos. Primero el miércoles, cuando en unas jornadas en Alemania dijo que la economía germana empieza a sentir en sus propias carnes el peso de al crisis de la euro zona. Después el jueves, en la rueda de prensa tras la reunión del BCE, cuando, a preguntas de los periodistas, recalcó una y otra vez que el BCE va a ser exigente con la condicionalidad macroeconómica y que las ayudas del BCE tienen carácter temporal e instrumental, reiterando que son los Gobiernos quienes deben tomar medidas de fondo.

La tercera circunstancia que ha aflorado tras las elecciones norteamericanas es la delicada situación de las cuentas públicas de Estados Unidos, es decir el llamado precipicio fiscal ("fiscal cliff"). Mas allá de la capacidad de los dos grandes partidos para ponerse de acuerdo y evitar la brusca caída del PIB que según algunos tendría lugar si se cortan en 2013 los programas de gasto público a la vez que finalizan importantes deducciones impositivas, lo que realmente subyace tras el problema del "precipicio fiscal" es que Norteamérica debe recortar de forma seria sus compromisos de gasto público. Un ajuste estructural y no solo cosmético.

Son tres circunstancias que, unidas a otras como la desaceleración china, van a seguir pesando en las Bolsas a lo largo de los próximos meses.

Nuestra lectura es que estamos entrando en una fase nueva dentro del tratamiento de la crisis, una fase de ajustes de fondo y reformas sustantivas, de saneamiento, de limpieza, necesaria para poder abordar en el futuro un crecimiento sostenible. Esta por ver como todo esto va a afectar a las Bolsas, pero desde luego parecen muy prematuros los mensajes de próximos brotes verdes o de inminente inicio de un mercado alcista sostenido en las Bolsas. Esos mensajes no son compartidos, al parecer, por los inversores, que siguen cautelosos. La clave de verdad es que el dinero real, el dinero privado, el dinero que se la juega y que por tanto debe moverse en base a sus propias previsiones, instintos y temores, recupere la confianza. Mientras ese dinero siga sin entrar, y la economía se sostenga a golpe de sucesivas inyecciones (QE) de los Bancos Centrales, no habrá salida en firme.

Hay una tesis según la cual las inyecciones de los Bancos Centrales unidas a unos tipos de interés muy bajos, conseguirán que el dinero se movilice, animando a tomar riesgos, e iniciando un círculo "virtuoso" que se autoalimentará y conseguirá poner fin a la crisis. Es muy dudoso que las cosas vayan a funcionar así. Más bien, el dinero privado desconfía incluso más al ver que las sucesivas inyecciones de los Bancos Centrales permiten a los Gobiernos diferir "sine die" las reformas.

Es pronto aún para decirlo, pero tal vez lo que nos estén diciendo las Bolsas es que hay que abandonar el enfoque "monetarista" de respuesta a la crisis y abordar un plan de enfoque de transformación muy estructural. Hoy por hoy todo se fía a la actuación de los Bancos Centrales, cuya medicina se ha vuelto "adictiva" para los mercados y para los Gobiernos, pese a ser cada vez menos efectiva para la economía real.

La sensación general es de "impasse", de falta de expectativas, y lo que realmente movería a las Bolsas sería un plan claro sobre temas de fondo, dentro del cual pueda situarse un acuerdo sobre el "precipicio fiscal" en Estados Unidos o un avance serio sobre el tratamiento de los problemas de los países periféricos en la zona euro. No se esperan estos avances, ni hay un guión claro para salir de la crisis, y como se esta viendo incluso la articulación de un modelo de asistencia financiera a la economía española se dilata "sine die" en el tiempo. Este "impasse" tiene un precio, y ese precio es el deterioro de al economía real, que es la única que importa, pero a la vez la gran olvidada en los ámbitos de decisión políticos.

En la segunda semana completa de noviembre, y ya casi terminada la temporada de resultados, publican sus cifras trimestrales algunas empresas relevantes como Cisco, Wal Mart, E.On, Intesa y varias constructoras importantes en España. Hay también datos económicos a seguir, como la encuesta manufacturera de Nueva York, el índice de la Fed de Filadelfia, las ventas minoristas de octubre en EEUU, las encuestas ZEW en Alemania, o la publicación de las actas de la Fed. En la zona euro el Ecofin deberá tratar de nuevo los temas de Grecia y España, sin que se esperen novedades sustanciales en ninguno de ellos.

Al finalizar la semana pasada los principales índices quedaron en niveles bastante críticos, cuya ruptura a la baja daría lugar a otra pata bajista. Lo mismo sucede con el euro/dólar. En concreto, la ruptura a la baja del futuro del S&P al perder los 1.400 puntos ha dejado al principal indicador global en los alrededores de la media de las doscientas últimas sesiones. Hay que ver si esos niveles se rompen a la baja o si hay rebote, lo cual en gran medida dependerá de lo que pase en el Ecofin y de los mensajes que lleguen de EEUU sobre el acuerdo o desacuerdo entre los dos partidos para evitar el precipicio fiscal. Aunque es posible que veamos un rebote en estos niveles, mantenemos la posición de prudencia y seguimos trabajando básicamente con opciones de forma muy defensiva, ante los numerosos elementos de incertidumbre que hay en este final de año.


Por
Presidente de Renta 4 Banco 

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