lunes, 5 de noviembre de 2012

¿Tranquilidad o turbulencias?


Los sorprendentes movimientos que se produjeron el viernes en las Bolsas americanas, en las divisas y en las materias primas, tras la publicación del informe de empleo americano de octubre, han puesto una sombra de duda sobre la tranquilidad que había dominado los mercados a lo largo de la pasada semana, y, en general, a lo largo de los tres últimos meses.

Es verdad que la mayor parte de los índices cerraron la semana en positivo (Eurostoxx 50 + 2%, Dax +1,8%, Nikkei +1,3%, Ibex 35 y Shanghai Composite +2,5%) pero las tres Bolsas americanas cerraron la semana en tablas o ligeramente en negativo, debido a la flexión a la baja de la sesión del viernes.

La súbita caída del S&P, del Dow Jones y del Nasdaq 100 se produjo a partir de media sesión, sin razón aparente, más allá de la publicación de un dato de empleo más positivo que negativo, pero tampoco muy alejado de las expectativas, y fue acompañada por descensos significativos de las principales materias primas y por caídas igualmente pronunciadas del euro. El oro y el petróleo perdieron más del 2% en la sesión.

Es difícil interpretar estos movimientos de última hora del viernes, y saber si responden o no a algo más profundo que la simple cautela de cerrar posiciones de riesgo ante una semana en la que tendremos dos citas políticas tan relevantes como lo son las elecciones americanas del martes 6 y la renovación del liderazgo político en China el jueves 8. Estas dos citas van a marcar la agenda de la semana y sus repercusiones van mucho más allá, evidentemente, de Estados Unidos y de China. Tal vez los inversores decidiesen el viernes a última hora evitar una exposición excesiva a estos eventos. Hay otras posibles interpretaciones. Una es que los inversores anticipan que la súbita fortaleza de la economía norteamericana que muestra el informe de empleo puede hacer más difícil a la FED poner en marcha la nueva ronda de inyecciones de dinero (QE3). Otra sería que los inversores temen, ante una posible victoria de Obama, que no sea fácil llegar a un acuerdo sobre la deuda y que por tanto el llamado "precipicio fiscal" se haga realidad, poniendo fin a los estímulos fiscales y a los beneficios impositivos de la era Bush.

Sea como fuere, nuestra idea central es que una vez agotado el extraordinario impulso que dieron a las Bolsas y a los activos de riesgo en septiembre los Bancos Centrales, estamos entrando de nuevo en una fase de mayor prudencia por parte de los inversores. Lo cual favorecerá a los activos más conservadores como los bonos de alta calidad, y también a activos refugio como el dólar. Este contexto en cierto modo debería favorecer también al oro, pero sin embargo el viernes vimos una fuerte caída del oro, que ya venía corrigiendo a desde principios de octubre.

Tras las contundentes manifestaciones de Bernanke y de Draghi es difícil para los inversores ponerse en contra de los Bancos Centrales (don´t fight the Fed) pero se empieza a percibir que también los Bancos Centrales tienen limitaciones a la hora de actuar.

Un ejemplo de esas limitaciones es la zona euro. El BCE propuso el 6 de septiembre pasado, hace dos meses, un novedoso plan de ayuda a las economías periféricas, el llamado OMT. Ese audaz plan, recibido con gran euforia por los inversores, está encontrando muchos problemas para ser puesto en práctica. Con o sin razón el Gobierno español no desea pedir el rescate, y esa posición parece encontrar respaldo en Alemania. Mientras tanto el problema griego sigue ahí, dos años y medio después del primer rescate. Hace ahora un año Papandreu provocaba un terremoto con su "amenaza" de referéndum. Un año después no se sabe el Parlamento griego aprobará o no el enésimo paquete de nuevas medidas de austeridad y la coalición de gobierno hace aguas.

Son problemas políticos que el BCE no puede resolver, igual que la FED no puede resolver los problemas que derivan del llamado "precipicio fiscal", problemas que saltarán a primer plano tras las elecciones del martes. Por eso algunos piensan que la medicina practicada por los Bancos Centrales puede convertirse en nociva, al retrasar los necesarios ajustes y al permitir a los responsables políticos dilatar "sine die" decisiones muy importantes para la economía real, que es la gran olvidada.

En la zona euro vemos el desempleo en máximos históricos a fin de septiembre, con once millones y medio de parados, un 11,6% de la fuerza laboral, siendo la tasa de paro entre los jóvenes el 23,3%. Los PMI de la eurozona han marcado quince meses consecutivos de contracción. En EEUU, pese a la mejora en los indicadores de confianza del consumidor, y pese a trece trimestres seguidos de crecimiento del PIB, hay casi doce millones y medio de personas en paro. Los resultados de una gran empresa cíclica como es Arcelor han mostrado la semana pasada la preocupante debilidad de la demanda global. Esa es la realidad de una economía real que sigue sin arrancar tras varias oleadas de estímulos de los Bancos Centrales.

Entramos en una semana en la que todavía quedan algunas resultados empresariales importantes como los de Berkshire Hathaway, BMW, Telefónica, Siemens, Societe Generale o Repsol, entre otros, y en la que también hay datos económicos interesantes como el ISM de servicios de la economía norteamericana del lunes, o el PMI de servicios de China, también el lunes. Pero la atención seguirá centrada en las elecciones americanas y en la evolución de los problemas de la zona euro, una zona a la que según las, a nuestro juicio acertadas, declaraciones de la canciller Merkel le quedarían aun cinco años más de digestión de la crisis, y en la que, de forma más inmediata, vuelve a acuciar el tema de Grecia, cuya Bolsa ha caído fuertemente la última semana, y cuya economía real se cae día a día, no dando margen para, como al parecer se decidió el pasado agosto, esperar un año más para tomar decisiones.

La gran pregunta es si los Bancos Centrales han conseguido o no hacer realidad su gran sueño de unas Bolsas y unos mercados de activos sin sobresaltos, tranquilos, con movimientos suaves. A lo largo de este verano la sensación es que sí lo estaban consiguiendo, pero la clave está no en que los mercados aguanten, sino en que la economía real aguante, y es ahí donde van a mirar los inversores para continuar tranquilos hasta fin de año o, por el contrario, para iniciar una nueva fase de turbulencias incluso antes de que finalice el ejercicio.

A la vista de los extraños movimientos de la sesión de cierre del pasado viernes, y ante el hecho de que el futuro del S&P se ha vuelto a situar muy cerca de los 1.400 puntos, amenazando romperlos a la baja, preferimos esperar a confirmar si esa ruptura bajista se produce o no para tomar decisiones de fondo, trabajando mientras tanto con opciones. Los anormalmente bajos niveles de la volatilidad, medida por los futuros del Vix, nos reafirman en esa posición.


Juan Carlos Ureta Domingo
Presidente de Renta 4 Banco

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