lunes, 11 de noviembre de 2013

A menor inflación mayor rentabilidad


La actual situación de inflación cercana a cero, o incluso negativa, supone un cambio radical para los inversores difícil de asimilar. Una rentabilidad se considera elevada o baja dependiendo del rendimiento nominal obtenido sin tener en cuenta la inflación existente en cada momento. Un retorno del 1% con una inflación de cero supone una mayor rentabilidad real que un retorno del 3,5% con una inflación del 3%. La percepción generalizada de los inversores es justo la contraria: de forma generalizada obvian el efecto de la inflación.

Los últimos datos publicados muestran una inflación del 0,7% en el conjunto de la Eurozona e inflación negativa del -0,1% en España. Países como Portugal y Grecia presentan inflación negativa. Cabe recordar que el objetivo del Banco Central Europeo no es inexistencia de inflación, sino que los precios se incrementen anualmente en torno al 2%. Japón ha experimentado durante casi dos décadas los problemas económicos asociados a un proceso deflacionista de los precios o de inflación negativa. Con los elevados niveles actuales de deuda de la economía, un cierto grado de inflación ayuda a la sostenibilidad de la deuda. Una inflación del 2% al año durante 10 años, reduce en un 20% la carga real de la deuda. Por el contrario, la deflación incrementa el peso de la deuda cada año que pasa, haciéndola menos sostenible. Adicionalmente, si existe inflación es posible que el coste real de la deuda sea negativo, al ser inferior a la inflación. Por el contrario, difícilmente será posible emitir con tipos negativos, aunque países como Alemania o Suiza lo hayan conseguido en el pasado cercano.

Desde el principio de la actual crisis financiera los bancos centrales hicieron frente a las presiones deflacionistas inyectando cantidades ingentes de liquidez y reduciendo al mínimo los tipos de interés. Un lustro después del inicio de la crisis, dicha liquidez no se ha traducido en un incremento de los Índices de Precios al Consumo. Por el contrario, es posible que estemos asistiendo a una cierta inflación del precio de determinados activos, sobre todo de renta fija. Todo parece indicar que los tipos de interés seguirán bajos durante un largo periodo de tiempo, por lo menos hasta que la inflación no haga acto de presencia.

Este nuevo escenario de bajos tipos e inflación cercana a cero es nuevo para los inversores. En el año 2007 la rentabilidad nominal de las Letras del Tesoro a un año era del 4%, pero la inflación de ese año fue del 4,1%. Por tanto, la rentabilidad real era negativa. Hoy el rendimiento de las Letras al mismo plazo apenas alcanza el 0,7%, pero la rentabilidad real después de inflación es prácticamente idéntica a la rentabilidad nominal. Aunque económicamente no sea racional, la práctica totalidad de los inversores prefieren la primera la situación de 2007.














La rentabilidad de las inversiones es algo palpable que se refleja en el extracto bancario correspondiente. La inflación es un indicador "intangible" calculado por un tercero cuyo efecto en cada inversor es relativo: la inflación real soportada por un inversor jubilado sin personas a su cargo no tiene nada que ver con la soportada por una persona con hijos en edad escolar. Tras toda una vida con inflación, será difícil convencer a los inversores de que lo relevante es la rentabilidad real y no la nominal.

La rentabilidad del bono español a dos años se sitúa actualmente en el menor nivel nominal desde 2005: 1,6%. Sin embargo, la rentabilidad real descontada la inflación es la mayor de todo ese periodo. Pocos inversores lo verán así.



Director General de Renta 4 Banco 

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